Opinión

El futuro de la financiación universitaria

La solución para una educación de calidad es la financiación tecnológica

Las universidades españolas pueden contarse entre las más antiguas de Europa. No en vano, el primer centro de estudios superiores considerado como tal fue el Estudio General de Palencia, cuya actividad se remonta al remoto S. XIII.

No hace falta volver tanto tiempo atrás para ver cómo en los últimos tiempos, las universidades españolas han ido transformando y adaptándose a los cambios sociales que se iban produciendo en la sociedad. La última gran evolución se ha llevado a cabo con el objetivo de poder adaptarse a una sociedad del conocimiento y eminentemente digital que, sobre la base del desarrollo de la tecnología, ha transformado a las personas, así como su manera de relacionarse con el entorno. 

Sin embargo, y a pesar de que la sociedad haya cambiado y con ella también los centros educativos, hay un elemento que se ha mantenido inalterable, las universidades como herramienta principal e imprescindible para la creación y transmisión del conocimiento, así como centro del desarrollo cultural en favor de la sociedad. 

Los 'endowments' funcionan en los países anglosajones y son claves para sostener los centros

Precisamente, para que estos centros puedan cumplir con su cometido deben podr contar con las herramientas necesarias, como por ejemplo una financiación adecuada. Lamentablemente, desde hace ya mucho tiempo, la financiación universitaria ha sido objeto de debate debido a los vaivenes generados por los sucesivos cambios que las partidas destinadas a la educación han sufrido en los Presupuestos Generales del Estado. Los gestores de las universidades, así como el resto del sector de la enseñanza llevan tiempo buscando alternativas que les permitan seguir desarrollando todas sus actividades a pesar de los recortes presupuestarios. Llegados a este punto, cabe preguntarse ¿Cómo podrán las universidades seguir cumpliendo su misión de ofrecer una docencia de calidad si no cuentan con los recursos suficientes para ello? ¿Cómo se podrá asegurar una investigación de excelencia si sus investigadores se ven forzados a pasarse al sector privado ante la imposibilidad de encontrar fondos que sostengan sus trabajos? 

Hoy por hoy, cualquier solución debe incluir un componente tecnológico para que no quede desfasada en poco tiempo. Por otra parte, la imaginación en combinación con la tecnología ha contribuido a que estos años surjan un buen número de empresas que ofrecen soluciones específicas a demandas concretas.

Sin duda, en el caso español la respuesta más sencilla pasaría por un aumento de la partida destinada a la financiación de las universidades y la investigación en los presupuestos públicos. Sin embargo, esta opción no incluye ningún elemento tecnológico, ni imaginativo. Además, en los tiempos en los que nos encontramos, entre una gran crisis global afortunadamente ya superada y una recesión o desaceleración por llegar, esta solución parece más un brindis al sol que una posibilidad real. La solución deberá pues surgir de la confluencia entre tecnología, imaginación y comunidad. Y en España podemos encontrar numerosos proyectos que han desarrollado softwares o herramientas que permiten la financiación de entidades o proyectos concretos. 

Si nos fijamos en el extranjero, podemos encontrar otros modelos alternativos de financiación universitaria que incluyen comunidad y tecnología. En los países anglosajones, son muy comunes los llamados endowments, un instrumento financiero que asegura la financiación de los centros universitarios independientemente del ciclo económico. Estos vehículos financieros de inversión se nutren de donaciones que en su mayor parte provienen de antiguos alumnos (comunidad). Estos activos se invierten a largo plazo y normalmente de manera conservadora, para intentar evitar una mayor exposición al riesgo. El objetivo final es incrementar el nivel de activos del fondo para asegurar una capacidad económica estable y duradera que afiance el proyecto educativo, así como su calidad. Así pues, los beneficios de estos instrumentos suelen ser utilizados para becar a estudiantes, para desarrollar programas de investigación e innovación o para la contratación de notables docentes. Además, también suelen ser utilizados para la mejora de las instalaciones, para impulsar proyectos en favor de la comunidad y de las zonas en las que se encuentran, así como para el desarrollo de sus programas deportivos. Se trata pues de un sistema de financiación alternativo de las universidades que se ha demostrado viable y eficaz en algunos países.

La solución perfecta seguramente no exista, pero la que se acerque, pasa obligatoriamente por unir la comunidad al engranaje de financiación de las universidades a través de tecnología e imaginación.

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