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Dominar el lenguaje de los gestos, un 'arma letal' en manos de los políticos

El pasado martes, medio mundo estuvo pendiente del histórico momento en el que Barack Obama se convirtió en el nuevo presidente de Estados Unidos. Se ha hablado hasta la saciedad de su discurso... pero ¿y sus gestos?, ¿sus manos?, ¿sus silencios? Los expertos en Protocolo y Lenguaje Corporal saben que tanto o más que la palabra, la imagen que proyecta el cuerpo dice mucho de las personas.

Angela Merkel, por ejemplo, no ocultó en su momento su gesto de sorpresa cada vez que Nicolas Sarkozy le saludaba en alguna reunión de Estado con un abrazo de lo más efusivo. Una polémica que se minimizó tiempo después de que se publicara en distintos medios que la canciller alemana había protestado por los achuchones de su homólogo francés. Pero no quedó en el olvido.

Carmen Tous, experta en comunicación no verbal, achaca estas diferencias entre mandatarios a que "la forma gestual de los latinos es diferente a la del resto. Los psicólogos dicen que somos kinestésicos. Y si a eso le añadimos que Merkel es protestante, esos gestos no proceden porque no son su costumbre".

Apretón de manos

"Los códigos que seguimos los humanos son antropológicos, inconscientes, incorporados casi como los primates", resume Alberto García Casillas, socio director de la empresa de conferenciantes Thinking Heads. Y cerca del 60% de las emociones que sentimos se puede leer a través de las expresiones de la cara. Pero si saltamos del ámbito privado y del laboral al político, una metedura de pata puede ocasionar auténticas polémicas como la de Merkel y Sarkozy.

Tous cree que lo que siempre funciona es un apretón de manos, independientemente del sexo de los interlocutores. "No valen otros gestos porque suponen cierto colegueo. Y no olvidemos que estamos ante personas que no son importantes por ellas mismas, sino por lo que representan. Y detrás de esos besos y abrazos también está Francia", cuenta.

En cualquier caso, Tous no parece creer en las casualidades y ejerce un poco de abogado del diablo cuando dice que "si Sarkozy le da dos besos a Merkel, algo querrá conseguir de Alemania".

Hombres y mujeres

De todos modos, los quebraderos de cabeza entre mandatarios no son nuevos. A Silvio Berlusconi, por ejemplo, le hace especial gracia poner los cuernos en las fotos de familia. Lo hizo con el entonces ministro Josep Piqué en Cáceres hace unos años y lo ha hecho en alguna que otra reunión de lo más formal. Francisco Merino, director de la Escuela Internacional de Protocolo de Madrid, recuerda cómo en una visita oficial del ex presidente francés François Miterrand a Reino Unido, hizo el ademán de abrazar a la Reina Isabel II. "No se rompieron relaciones diplomáticas, pero está claro que a la Reina no le gustó nada", recuerda.

Merino señala cómo en el caso de los saludos entre hombres y mujeres hay que esperar a que sean ellas las que tomen la iniciativa. "Si tiende la mano, hay que darle la mano. Y si te da un beso, pues le respondes con otro", dice. Y señala que no son tan importantes los aspectos religiosos en los gestos, sino los culturales. "El continente asiático, por ejemplo, no es mucho de tocar, sino de mantener la distancia incluso con el saludo".

En cualquier caso, los políticos tienen una ventaja con respecto al resto de mortales: sus asesores. Son ellos los que deben estar al tanto de las costumbres y particularidades del país que se va a visitar para evitar inoportunos malentendidos. Carmen Tous cuenta que aunque el protocolo que suele funcionar ma- yoritariamente es el europeo, una norma habitual es adaptar los usos y costumbres del país anfitrión.

Ante todo, respeto

Así, nos recuerda como la Reina Sofía en sus distintos viajes a los países árabes se suele cubrir el cabello con un velo en señal de respeto, mientras que las esposas de los monarcas de esos países, durante las visitas de Estado a España, se "occidentalizan bastante, aunque siempre mantienendo su esencia". Un aspecto en el que también coincide Alberto García Casillas: "En los países árabes nos tenemos que plegar un poco y al revés".

Pero sólo con un apretón de manos no se sale airoso. El protocolo, esa brújula que debería guiar el lenguaje corporal de los políticos, se basa en una fórmula que conjuga tres conceptos: el sentido común, el respeto y la educación.

Quizá por eso causó tanto revuelo esa fotografía del ex presidente José María Aznar con los pies encima de la mesa fumando tranquilamente un puro durante el descanso de una reunión con otros mandatarios. Vale, no fue el único, pero a los medios españoles les sirvió de imagen de portada y de mucho más sin necesidad de recurrir a un editorial.

José Antonio de Urbina recuerda con cierto estupor esa imagen. No lo dice, pero su gesto lo dice todo. Este diplomático ya retirado, autor de El gran libro del protocolo -que ya va por la undécima edición- ha acompañado a los Reyes de España en muchos de sus numerosos viajes y sus distintos destinos -San Francisco e Italia, entre otros- le han ayudado a resumir en unos cuantos consejos lo que sí y no se debe hacer.

Prohibido...

Dar la mano es uno de ellos. "Cuidado con el abrazo y nunca, nunca, hay que besar la mano", insiste. Y una norma que siempre funciona es dejar a un lado el afán de protagonismo. No sea el primero y espere a ver lo que hacen los demás para no quedar en evidencia, recuerda José Antonio de Urbina, al que su hijo Fernando acompaña en la entrevista. Éste recuerda lo importante que es el comportamiento no sólo fuera de tu país, sino dentro.

"Cualquier político inteligente adoptaría estas normas, porque para eso cuentan con personas a su lado que pueden asesorarle, tanto sobre las constumbres como los gestos y los temas de conversación que no pueden mencionarse y los que garantizan el éxito", señalan. José Antonio recuerda cómo en una conversación con un árabe, por ejemplo, no conviene cruzar las piernas. "Enseñar las suelas de los zapatos se considera un insulto, y uno se la puede jugar con estas cosas", dice. Consejos como estos son válidos, señala este experto, tanto en encuentros de nivel político como en los de negocios.

En este sentido, Alberto García Casillas recuerda cómo manejan las tarjetas de visita los japoneses: "Al entregarles la tarjeta, normalmente la cogen con las dos manos, se toman su tiempo para leer el contenido y a continuación se la entregan a su asistente para que la guarde con respeto. Si no se hace lo mismo con las suyas, si cuando nos las dan las guardamos en el bolsillo sin prestarle la menor atención, se lo toman como una ofensa", dice.

¿Tenemos los políticos que nos merecemos, al menos en cuanto a comportamiento diplomático y maneras? José Antonio de Urbina cree que sí. Su hijo Fernando señala a Rodrigo Rato como un señor que en pocas ocasiones se ha puesto en evidencia. "Pero otros -añade- todavía no se han enterado de quién era Churchill, Mao e incluso Marx". Vamos, que parece que aquí sí se cumple aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

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