Las empresas de Internet estadounidenses que quieren resistirse a las demandas del gobierno de entregar datos sobre consumidores para investigaciones de inteligencia tienen pocas opciones legales, debido al carácter reservado de este tipo de investigaciones y a un proceso de revisión judicial desarrollado en secreto.
Google, Facebook y Microsoft están entre las grandes compañías tecnológicas de Estados Unidos que fueron citadas la semana pasada como principales fuentes de datos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA por sus siglas en inglés), bajo la vigilancia de un programa calificado dentro de la agencia de espionaje como Prism.
Aunque las compañías han desmentido de manera uniforme que tuvieran conocimiento de Prism y han dicho que no dieron acceso directo a sus servidores a la NSA, responsables de Estados Unidos han confirmado la existencia del programa, que el presidente Barack Obama defendió como "una modesta intrusión" en la privacidad que era necesaria para proteger la seguridad nacional.
El programa se basa en la sección 702 de la versión modificada de 2008 de la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (FISA), que permite al Gobierno recopilar comunicaciones electrónicas con el objetivo de adquirir inteligencia sobre objetivos no estadounidenses que supongan una amenaza para la seguridad nacional.
Para los proveedores de servicios electrónicos, la ley dice que el Tribunal de Vigilancia de Inteligencia Extranjera en Washington puede autorizar a la compañía a proporcionar "toda la información, servicios o asistencia necesaria". En contrapartida al cumplimiento, la compañía es compensada por su trabajo y recibe inmunidad frente a posibles demandas.