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MarilynCarlson: La emperatriz del turismo

MarilynCarlson podría haber sido un excelente soldado del Ejército de Estados Unidos. Desde pequeña siempre ha llevado a cabo misiones para mejorar su velocidad, su destreza o sus dotes de mando. Incluso, en 1997 voló voluntariamente en el Air Force Thunderbirds, un avión de guerra en el que superó nueve veces la fuerza de la gravedad. Por supuesto, a su llegada a la Base Nellis de las Fuerzas Aéreas de Nevada, Carlson no sufrió el más mínimo signo de mareo.

Con este pasado, no es de extrañar que durante su primera reunión anual como presidenta y consejera delegada de Carlson Companies, la empresa de servicios turísticos más grande del mundo, Marilyn no tuviera ningún reparo en asegurar que sería una consejera con misiones que cumplir. "Tendré que servir a los inversores, a mis empleados, a los clientes a la comunidad y a la nación", aseguró. "En mi caso, también a mi familia", añadió.

Y es que, con un vasto conglomerado de firmas hoteleras y restaurantes en más de 150 países, Carlson tiene que lidiar todos los días con figuras de primera clase internacional, entre los que se encuentran mandatarios internacionales, realeza y otros consejeros delegados de alto nivel y no hay que sorprenderse si al llegar a su despacho en Minnesota se la puede escuchar manteniendo una entrañable conversación con Simón Peres, sobre la posibilidad de invertir en bienes hoteleros en Israel, Palestina o Jordania.

La compañía familiar, que su padre comenzó hace más de 60 años, registró el año pasado ingresos cercanos a los 34.400 millones de dólares y, en la actualidad, acoge marcas como los Hoteles Radisson, los restaurantes TGI Friday?s, los cruceros Seven Seas y la agencia de viajes Carlson Wagonlit. Por eso, su padre, Curt Carlson, esperó hasta cumplir 84 años, fecha en la que la edad de su hija rozaba las seis décadas de existencia, para cederle el control absoluto de la compañía, algo que sucedió el 23 de marzo de 1998 y que la convirtió instantáneamente en la mujer más poderosa de la industria.

La vida de Carlson, de 66 años, siempre ha estado relacionada con los negocios y los que la conocen no dudan en afirmar que eso ha marcado su carácter valiente y sin preocupaciones, una cualidad que seguramente ha heredado de su progenitor. Su padre decidió dejar su trabajo nada más nacer la pequeña Marilyn e invertir en el comercio de los sellos. A través de la firma Gold Bond, y dejando a un lado los miedos, los Carlson se convirtieron rápidamente en los primeros multimillonarios de Minnesota, lo que les permitió comenzar su nuevo negocio en los suburbios de Minneapolis.

Siempre inmiscuida en las discusiones de su padre sobre el valor de las estampas o las formas de mejorar los negocios familiares, esta licenciada del Smith College nunca tuvo pasión por la vida cómoda a la que podía haber accedido, rodeada de lujos, clases de yoga, o viajes a Europa para comprar trajes. Marcada por la tragedia, ya que en 1985 su hija Juliet moría en un accidente de tráfico, Carlson siempre ha puesto su máximo empeño en vivir el día a día y cuidar de sus otros tres hijos y su marido, Glen Nelson, vicepresidente de una compañía de productos sanitarios que todavía hoy se asombra ante "el nivel de productividad" de su esposa.

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