Subir las escaleras de un estrado, colocarse frente a una audiencia de decenas de personas y articular un discurso coherente es una de las tareas más despreciadas por algunos empresarios. Momentos como una junta de accionistas o una simple reunión de trabajo bloquean los nervios que acaban convirtiendo un discurso en tropezones sin sentido que distraen a su público.
Los expertos en oratoria y dicción, que se han multiplicado en los últimos años en España, aseguran que no hay reglas que valgan, sólo hay que aplicar unos cuantos consejos. Los actores siempre aciertan cuando hablan en público, "no es que finjan -explica Diego Sala, profesor de la Escuela Internacional de Protocolo- es que tiene tablas y conocen el escenario". Éste es el primero de los consejos que un orador debe tener en cuenta a la hora de enfrentarse a una audiencia.
Uno de los gurús españoles con más tradición en oratoria es Ángel Lafuente, que lleva más de cuatro décadas impartiendo cursos para hablar siempre con eficacia. "El maldito qué dirán siempre resta eficacia al discurso de cualquiera, independientemente de que se trate de un empresario o un político".
Con tablas de actor
"Los empresarios deben buscar el placer escénico" de pronunciar un discurso desde un atril. Pero, ¿cómo disfrutar si su pierna tiembla con un tic y las manos le sudan constantemente? "Antes que nada, hay que tener una visión teatral del mundo, hacerse con el espacio en que vamos a pronunciar el discurso. Es importante no creerse superior a nadie y tener respeto por uno mismo", asegura Lafuente.
A pesar de necesitar las tablas de un actor, no olvide nunca que usted en el fondo no lo es y no invente un personaje que sustituya su forma "natural de expresarse", asegura Sala. "Lo único que aporta seguridad es decir la verdad y la mejor manera de hacerlo es siendo uno mismo". Doce minutos es el tiempo que, según los profesores de oratoria, debe durar un discurso que impacte en la audiencia y que evite que ésta se duerma. Llevar un guión previo y saber administrar los silencios a lo largo de la exposición facilitan la comprensión de sus oyentes y por tanto, el éxito de su discurso.
Empresarios con problemas
Sin embargo, la elaboración de un discurso para ser explicado en voz alta es un problema para algunos empresarios españoles. "La inmensa mayoría de ellos no saben expresarse en público y prefiero guardar en secreto el nombre de los mismos, aunque sí que puedo comentar con tranquilidad que varios miembros de todos los partidos políticos sin excepción han pasado por cursos de oratoria", comenta Lafuente. Este experto echa de menos la dicción de políticos ahora inactivos como Felipe González, Jordi Pujol o Adolfo Suárez.
La mujer que dispone de un discurso mejor articulado es la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega. ¿Por qué? "Es directa, elegante, sabe lo que dice y transmite energía", sentencia Sala. El empresario que mejor habla en cualquier situación es Florentino Pérez, "tiene la capacidad de adaptarse a cualquier tipo de público, ya sea una masa de aficionados o un grupo de accionistas de máximo rango".
Momento almohada
La estructura correcta de un discurso debe incluir silencios según el tema del que se hable y del público objetivo, ya que no es lo mismo un grupo de niños que una reunión de estrategia junto a sus socios. Según el profesor Sala, el inicio debe ser impactante y eficaz, "hay que aprovechar que el auditorio está fresco pero debe considerarse también que al principio está poco entrenado para oír". Si usted es lo suficientemente importante para que le presenten, no repita su nombre al iniciar su discurso, la arrogancia chirría en los oídos de su audiencia.
El desarrollo de las ideas es la parte crítica de la exposición. Es el momento almohada de los oyentes. ¿Solución? Introduzca una anécdota cada par de ideas que desarrolle pero no exponga más de cuatro conceptos en menos de diez minutos. Es la única manera de despertar a los menos interesados y no busque la hilaridad de su público, la broma fácil puede insultar.
Es importante "no divagar al principio ni al final", reconoce la directora del Centro de Estudios para el Crecimiento Personal, Joaquina Fernández, "durante el discurso es importante mantener una actitud de interpelación constante y variar el discurso según evolucione la cara de sus interlocutores". Al final "todos buscamos el aplauso", así que para conseguirlo resuma las ideas principales, introduzca alguna anécdota nueva y despídase con un "gracias".