Sé que prometí no filosofar esta semana, pero eso fue antes de toparme por casualidad con cierta tribuna siemprealcista o, como la denominarían en Wall Street, permabull tribune.
No suelo prestar mucha atención al análisis técnico de este país. Con algunas excepciones -me parece valiente y por ello destacadísimo el pronóstico que hacía el equipo del Banco de Santander en su informe para 2008-, la mayoría utiliza los gráficos para decirle al público lo que quiere escuchar. Es un mal del análisis en general, que puede tener que ver con el hecho de que somos privilegiados y no queremos dejar de serlo. Por ello, es mejor equivocarse cuando casi todo el mundo lo hace: cuando cae. Existe menos riesgo de perder el empleo. Es parte del populismo reinante.
Salvo por extraña curiosidad no leo Expansión. Me deprime como se usan los gráficos. Encontrarse con la misma visión siemprealcista del mercado es respetable, aunque quizá debiera tener más vida algo que nos habla todos los días. Debo reconocer, sin embargo, que me molesta mucho ver que se presente una visión de medio/largo plazo sobre gráfico en escala aritmética; lo que es como querer matar un jabalí con escopeta de balines. No me gusta darle caña a nadie, pues todos merecemos mucha más. Pero esta vez el señor Hódar, que decía en su tribuna de la semana pasada hay cosas que pasan de castaño oscuro, se ha pasado demasiados pueblos.
Señor Hódar, no se puede comparar lo que está pasando en bolsa con haber llegado a casa de papá media hora después de lo previsto. No se ría de la gente. Usted no llega media hora tarde, llega a las seis de la mañana; en muchas de esas que llama empresas sólidas, llega un 40 por cien tarde. Usted ha dicho en los últimos meses que, pese a sus gráficos, a las compañías sólidas no había que venderlas.
Ahora, no tire balones fuera. Un poco de vergüenza torera por favor. Puede que no se le hayan caído Telefónica y Solaria, Red Eléctrica o Enagás, pero a cambio ha permitido que muchos de sus lectores -y no son gestores de fondos de pensiones precisamente los que bajan a la calle a por el periódico el fin de semana-, tengan en su cartera un auténtico estropicio. Y todo, porque no hay que vender nunca buenas empresas. Como en el 2000, por supuesto. Total, en el peor de los casos -si no desaparecen, como Amadeus, TPI o Worldcom- sólo es cuestión de esperar 5 ó 10 años. Y como somos inmortales.
Supongo que tampoco había que vender Countrywide, la mayor hipotecaria norteamericana, el pasado verano. Con la pérdida de los 32 dólares confirmó una figura de cabeza y hombros. Es sólo un ejemplo. Pero como usted dice que los gráficos fallan más una que escopeta de feria ¿Para qué vender? Pues mire, para controlar el riesgo. Ese es el motivo. Vender, y recomprar -unas veces más arriba y otras más abajo-, cuando uno pueda descartar la pauta o tener un nuevo stop loss, es mejor que mantenerse a toda costa sólo porque rara vez nos las dan todas en el mismo carrillo. Y es que el precio de esa rara vez, cuando llega el lobo, es excesivo. Inmocaral, Abengoa, FCC, Ferrovial, Cintra o el Banco Popular, son empresas de lo más aparentemente sólidas que están, como usted bien decía la semana pasada en su tribuna, de crack. Todas dieron señal de venta gráfica hace meses.
Todos nos equivocamos. Unos llevamos stop loss, otros no, pero todos lo hacemos. Pero lo que no es tolerable es la demagogia. En lugar de pedir disculpas por no haber lanzado a sus lectores el flotador que merecen -como por cierto sí han hecho los gráficos de elEconomista-, a usted le basta con cuestionar de nuevo el quehacer de los bajistas, y persuadir a la gente de que no debe vender nada. Señor Hódar, la industria de los derivados no es bajista.
Yo, no soy siemprebajista. Que usted sea siemprealcista, cosa que respeto, no quiere decir que los que no lo son estén equivocados. En su mundo el bajista es un destructor de valor, en el mío es alguien que colabora con el alcista en la justa asignación de valor.
Decir que la gente se arruina después de abrir con el ladillo ponerse cortos, es demagogia. Y barata. La gente no se arruina por abrir una posición corta, la gente se arruina porque se apalanca excesivamente, porque no se diversifica y además se permite el lujo, como usted, de no cerrar una posición perdedora. Ese es el cóctel que arruina a la gente señor Hódar, no las posiciones bajistas. Si quiere hablar de la ruina, no lo haga bajo el ladillo ponerse cortos ¿Cómo cree que están los que decidieron comprar con apalancamiento valores pequeños y medianos de gran calidad dado que no había que vender? Mucho peor que los que abrieron cortos, obviamente. Comprendo y no le reprocho que se equivoque (yo lo hago probablemente más que usted), incluso que mire los gráficos como quiera, pero no confunda a la gente. Desde un periódico, queda feo.