¿Qué pensarían hoy Carlos Arniches y los hermanos Álvarez Quintero si pudieran ver en qué se ha convertido la SGAE? Ellos crearon el germen de la sociedad de autores en 1899 para soltarse el corsé con el que los propietarios de teatros y los intermediarios asfixiaban a los dramaturgos
Y ahora, La señorita de Trévelez o Mariquilla Terremoto podrían irse de gira de Valencia a Buenos Aires pasando por una docena de recién remodelados espacios escénicos sin dejar de pisar territorio SGAE.
Y todo lo ha conseguido la sociedad con unos ingresos anuales de 318 millones de euros de los que dice repartir a sus 60.000 socios cerca del 80 por ciento. El resto, unos 16 millones en 2005, van a Fundación Autor.
Y con estos recursos y en cuestión de tres años (2004-2007) -los presuntamente peores para los autores por la piratería y la proliferación de sistemas para compartir archivos en Internet (eMule, Kazaa...)- esta sociedad sin ánimo de lucro, que vela en monopolio y por ley por la protección de los derechos de sus socios (cuyos nombres y la fórmula de reparto de ingresos constituyen uno de los secretos mejor guardados), se ha hecho con un impresionante patrimonio.
Una 'flota' de edificios
Sumen: el Teatro Campos Elíseos de Bilbao, el Teatro Fleta de Zaragoza, el futuro edificio de 31.600 metros cuadrados en La Cartuja de Sevilla del que se colocó la primera piedra hace quince días, el nuevo edificio de 3.000 metros cuadrados a punto de finalizarse situado en la Finca de Vista Alegre de Santiago de Compostela (a escasos diez minutos de la Catedral), el antiguo Paral.lel de Barcelona, el Cine California de Madrid, el edificio del siglo XVII de la Plaza del Autor en Valencia y el Palacio del Infante Don Luis (en la fotografía superior) de Boadilla del Monte.
El Palacio de Longoria, esa tarta modernista que permite a los madrileños alimentar la falsa ilusión de que tienen en sus calles un Gaudí, enrojecería de celos si pudiera por haber dejado de repente después de 50 años de ser el más preciado edificio de la SGAE.
Longoria no puede recordar los escasos 500 millones de las antiguas pesetas que se invirtieron en su rehabilitación a principios de los noventa o el precio que debió pagar en 1950 el compositor Jacinto Guerrero cuando lo compró para convertirlo en sede. Mejor. Así no compara con las cifras que maneja hoy SGAE para su imperio de edificios.
¿Cuál es el valor actual?
El valor actual de las construcciones nadie se atreve a estimarlo pero, entre históricas en rehabilitación y de nueva planta, la sociedad tiene comprometidos en obras unos 120 millones de euros, según ha podido saber elEconomista por fuentes cercanas al proceso.
En breve se pueden sumar otros entre 160 y 200 millones si prosperan las conversaciones que SGAE mantiene con el Ayuntamiento de Zaragoza para levantar un gran espacio escénico escalable que podría albergar a 16.000 espectadores, añadieron las citadas fuentes.
Todos los edificios citados son fruto de un plan diseñado en 2003 y conocido como Plan de Sedes Integrales. Y el brazo a través del que SGAE está amasando esta fortuna en ladrillos es su trasunto fundacional, la Fundación Autor, a la que SGAE transfirió en 2005 un total de 16 millones.