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La singularidad corsa

La costa noroeste de Córcega contiene la esencia de la isla: enormes montañas, ciudadelas al borde del mar, playas solitarias y pueblos perdidos en valles remotos.

La evocación se dispara ante la palabra corso, que suena a leyenda, a reivindicación y, cómo no, a Napoleón. Sin embargo, al mencionar Córcega no hay certeza reconocida ni tópico del que echar mano. Habría que saber, por ejemplo, que en esta isla francesa, una de las más grandes del Mediterráneo, con un territorio que es tres veces el de Mallorca, sólo residen unos 260.000 habitantes. Ello se debe a su extraordinariamente montañosa geografía, escenario apabullante y hermoso que acaso sea la razón principal de la proverbial peculiaridad isleña. El turismo ha traído la estabilidad, la prosperidad y el cada vez menos sutil afrancesamiento de la isla de Napoleón. La historia de reivindicación nacionalista, después del ajetreo de los años 70, permanece sólo latente. La lengua corsa, emparentada con la italiana, está en los carteles y en las escuelas, pero en la calle sólo la hablan los mayores.

Ajaccio, la capital, queda atrás. Dirección norte. Sobre el mar parecen caer en picado las rampantes laderas cubiertas de vegetación. A veces se trata de bosques y, a menudo, de un manto de matorrales de diversos tipos que aquí se conoce como maquis, todo un icono de la isla que ha prestado su nombre a los guerrilleros solitarios, como los españoles de después de la Guerra Civil. Así es el paisaje que envuelve el pueblo de Cargèse, que está colgado en una de esas laderas que se precipitan sobre el mar, y su atracción principal son sus dos iglesias, una católica, la otra ortodoxa; ambas atendidas por el mismo cura, único caso en la cristiandad actual. Todo se debe a que parte de los habitantes son descendientes de griegos que, llegados aquí hace siglos, mantienen vivas algunas tradiciones. Allá abajo queda el mar, tremendo, intensamente azul, y ya aparecen las playas de Stagnoli o Liamone, grandes y solitarias, como tantas otras de la isla.

Piedras rojizas

Un poco de sosiego paisajístico al borde del mar, bajo la constante virulencia de las montañas, que se agudiza en el rocoso y dramático escenario de Les Calanches, laberinto de sinuosas piedras rojizas que ha merecido el título de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Después, el mar será de nuevo el mejor receso. En una pequeña rada cercana está Porto, enclave de turismo muy tranquilo y recoleto que, sin embargo, evoca tiempos de ese espíritu beligerante en su torreón genovés del siglo XVI.

El despliegue turístico, siempre sosegado, de pequeños y apartados hoteles, tiene sus centros en las ciudades de Calvi y L'Île Rousse. Ambas con sus ciudadelas amuralladas que se adentran en el mar, con sus playas, con sus puertos atiborrados de terrazas, bares y restaurantes de buen ver y no precisamente baratos. Mejor conservada, la ciudadela de Calvi contiene recuerdos de su pasado genovés y de su resistencia a formar parte de la Córcega independiente, por lo que fue castigada por los británicos, que enviaron una flota comandada por Nelson. Al pasear por las callejuelas intramuros se da con otras historias: en una casa se recuerda la estancia de Napoleón; y en carteles y folletos se insiste en que, en realidad, Colón nació aquí.

Este trozo de costa también está vigilado por altos montes, que aquí albergan La Balagne, comarca que se vende al turismo como ruta de artesanos y enclave pintoresco. Lo cierto es que los pueblos subidos a colinas, silenciosos, solitarios, con sus casas de colores desgastados y las esbeltas torres de sus iglesias, rodeados de viñedos, dan razón de una personalidad diferente. La vocación artesanal está sobre todo en Pigna, donde, desde los años 70, bohemios y artistas vinieron aquí a montar su escaparate. Nada que ver con el mítico, aguerrido y misterioso mundo corso. Los argumentos del turismo convencen a cualquiera.

Información

Maison de la France. Pza. de España, 18. Madrid. Tel. 807 11 71 81. www.franceguide.com. Agence de Tourisme de la Corse. Blvd. 17 Roi Jérôme. Ajaccio. Tel. (00 33) 04 95 51 77 77. www.visit-corsica.com

Cómo llegar y moverse

Politours (tel. 915 41 62 00, www.politours.com) organiza vuelos chárter entre Barcelona y Ajaccio. En tren se puede viajar desde Ajaccio hasta Calvi y L' Île Rousse (Tel. 04 95 32 80 57), pero lo mejor es alquilar un coche en el aeropuerto de Ajaccio.

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