
Lo dice la última Encuesta de Población Activa: el paro crece en todos los sectores y en todas las franjas de edad. Los jóvenes recién licenciados no se salvan de la quema, aunque la crisis se ha cebado menos en ellos que en la población que desempeña empleos sin cualificación. La formación sigue siendo un balón de oxígeno para enfrentarse a los malos tiempos.
Pero aunque miren más de lejos el chaparrón que está cayendo, también los que acaban de conseguir una titulación universitaria, con máster incluido, están sufriendo las consecuencias de esta crisis . Los primeros en notarlo han sido los COIES (Centros de Orientación e Información de Empleo) de los que dispone cada universidad.
Un elemento de protección
A ellos acuden las empresas en busca de becarios para prácticas laborales, remuneradas o no, o también para reclutar ingenieros recién salidos de las aulas dispuestos a hacer su proyecto de fin de carrera en sus instalaciones, bajo un contrato que se ampara en convenios de colaboración entre compañías y universidades. Desde el COIE de la Complutense de Madrid lo tienen claro: "Cada vez nos llegan menos ofertas de empleo y de prácticas. Veremos cómo evoluciona esa demanda, pero en general tenemos la percepción de que va a ir a peor. Por contra, nuestros estudiantes acuden cada vez más a nuestros servicios de orientación laboral y son más los que se apuntan a las prácticas". Unas prácticas que, en muchos casos, han dejado de existir.
María Isabel Beas es la responsable de Inserción Profesional en la Oficina de Cooperación Internacional y Educativa de la Universidad Jaume I de Castellón. "El porcentaje de parados en nuestra región que son titulados es escaso (4,57 por ciento). La crisis ha provocado un aumento muy fuerte del desempleo, pero está afectando relativamente menos a los universitarios. Por tanto, tener una titulación universitaria sigue siendo un elemento de protección", apunta Beas, quien también revela la otra cara de la moneda. "No obstante, vemos que esta situación está cambiando el perfil y la conducta de los estudiantes y titulados que participan en nuestros programas. Notamos una mayor afluencia de usuarios a las acciones de orientación al empleo y se ha detectado el gran nivel de dificultad del recién titulado para conseguir su primer empleo.
También un mayor interés de dichos titulados por ampliar su formación complementaria o volver a la universidad a finalizar su proyecto de fin de carrera". Así las cosas, y cuando el empleo se convierte en un bien escaso, crece otro interés: el de convertirse en funcionario. "Hay más usuarios que demandan asesoramiento sobre empleo público, lo que da idea del giro que se produce hacia empleos más estables", señala Beas.
Los titulados que salen de escuelas técnicas o superiores se ven menos afectados por la crisis . Juegan con una doble ventaja: cada vez se demandan más ingenieros y se titulan menos. Pero hasta la Universidad Politécnica de Madrid, gran vivero de estas titulaciones, ha notado que algo está cambiando. Desde su COIE nos dicen que en algunos sectores, más que otros. "Las empresas de construcción y la automoción han bajado los contratos y convenios de colaboración con nosotros, respecto a los que teníamos firmados el año pasado".
Desigualdades
El resultado, menos ingenieros y arquitectos haciendo prácticas en empresas o desarrollando en ellas su proyecto de fin de carrera.
Una de las compañías que todavía sigue reclamando mano de obra entre los recién licenciados en carreras técnicas es Indra. Patricia Ferrando es su directora de Comunicación de Recursos Humanos. "El número de titulados de carreras técnicas (aeronáutica, telecomunicaciones, informática, industriales, Físicas o Matemáticas) sigue sin crecer, incluso disminuye, y por ello, siguen teniendo numerosas oportunidades profesionales. Lo que ha ocurrido es que las empresas suplían la gran cantidad de necesidades con alumnos de otras titulaciones a los que era necesario formar, y, actualmente, no hace falta recurrir tanto a estas otras titulaciones.
En lo que sí se ha notado un cambio es en la actitud de los jóvenes profesionales respecto a las oportunidades profesionales. Son conscientes de que ya no hay una sobreabundancia de oferta y valoran mucho más la seriedad y solidez de la empresa contratante y la carrera profesional ofertada. Es mejor acertar a la primera y no arriesgarse en una oportunidad atractiva aunque menos sólida".
Sin embargo, la inserción laboral de los graduados, titulados y licenciados universitarios no es igual para todas las carreras cursadas. Un reciente estudio elaborado entre las universidades públicas y privadas en Cataluña por el AQU (la agencia de calidad universitaria) demuestra que la gran mayoría de los universitarios se consolidan o acceden en su empleo a los tres años de acabar sus estudios.
Tres años después de su graduación, el 93,5 por ciento de los encuestados trabajan. El 88 por ciento de los ocupados lo hacen a tiempo completo. El desempleo afecta al 3 por ciento de los graduados (6 por ciento en Humanidades y 2 por ciento en Ciencias de la Salud y Área Técnica). El 79 por ciento de los graduados desempleados hace menos de seis meses que buscan trabajo. Los motivos principales por los cuales los graduados no encuentran trabajo son los siguientes: que no les atrae el nivel retributivo, que no les gusta el trabajo que les ofrecen y, finalmente, su falta de práctica y experiencia profesional.
Es el caso de Sonia, una estudiante de Relaciones Públicas de la Universitat Ramon Llull de Barcelona. Esta joven, que finalizó su carrera en este centro privado el año pasado, lleva desde entonces sumando dos períodos de seis meses en prácticas y casi sin cobrar.
"Soy una recién licenciada. Me propusieron alargar mi período de prácticas después de acabar la carrera y con la promesa de la estabilidad y el contrato he aceptado cobrar 550 euros al mes por 25 horas semanales", asegura. Y añade: "Es injusto, pero el problema es que en la coyuntura actual tampoco las empresas contratan ni amplían sus plantillas, con lo que debo esperar". Según el mismo estudio catalán, al 82 por ciento de los ocupados se les exigió la titulación universitaria a la hora de contratarlos, lo que supone 6 puntos porcentuales más respecto al estudio anterior (75 por ciento). Un 63 por ciento se encuentra en situación de máxima adecuación: se les exigió la titulación específica y desarrollan las funciones propias de la titulación. Estos datos muestran que en plena crisis económica,el título universitario es un factor clave para encontrar empleo.