
La NBA no acostumbra a hacer prisioneros cuando se trata de sancionar a sus jugadores. La mejor liga de baloncesto del mundo es inflexible con los deportistas que se pasan de la raya en sus protestas o tienen comportamientos de dudosa conveniencia. Acciones violentas del juego, la reiteración en las faltas, 'recados' a los arbitros, peleas con los rivales, desplantes a los aficionados y críticas a la organización son los supuestos más repetidos y castigados por un sistema que recauda, durante los más de siete meses de competición, cantidades millonarias.
¿Cómo se emplea el dinero recolectado por la NBA? Los fines de esta recaudación son benéficos, según informa en un detallado reportaje Sports Illustrated. Dos organismos son los encargados de gestionar los recursos obtenidos: el sindicato de jugadores y la propia estructura de caridad de la liga, que trabaja con una serie de socios para destinar estas cantidades a diferentes proyectos. Ambas instituciones se reparten las multas a los jugadores de manera equitativa. Los primeros lo estiman en unos 2,5 o 3 millones de dólares (entre 2 y 2,4 millones de euros) al año, una cantidad, por lo tanto, que se replica en las arcas de la NBA, que también se hace cargo del dinero obtenido por las sanciones a entrenadores, miembros del staff técnico y directivos. El total es difícil de cuantificar, pero habla en todo caso de un potente músculo económico para sustentar ayudas a causas muy variadas.
El objetivo es centrar la inversión de estas cantidades en acciones articuladas por el deporte, a menudo enfocadas para la juventud. Bajo el pretexto de desarrollar la multifunción del baloncesto (no solo deportiva, sino también social, integradora), se reparten subvenciones a corto plazo y se financian proyectos de mayor calado que ya han tenido incidencia en más de 15 países y en las ciudades que han alojado recientemente el All Star del torneo. Para muestra, dos botones: Nueva Orleans, que lo hizo en 2017, ha firmado un programa para reducir la delincuencia a través de la organización de encuentros nocturnos de baloncesto. Los Ángeles, sede de la edición de este año, recibió 150.000 dólares (120.000 euros) para construir canchas de baloncesto por toda la ciudad.
En otras ocasiones, los problemas de última hora generan reacciones instantáneas del sindicato de jugadores, que se moviliza (y hace lo mismo con sus miembros) ante situaciones de emergencia. Fue el caso de la crisis del agua en Flint, Michigan, en la que el sindicato de jugadores aportó 155.000 dólares (125.000 euros) para que las familias sin recursos pudiesen comprar verduras, una medida que se acompañó de una campaña de los propios deportistas fomentando el consumo de estos alimentos, a menudo desagradables para los más pequeños de la casa.
El pago de estas cantidades es anual, pero la labor de recaudación es diaria, con un organismo que vigila y revisa todas las acciones dentro y fuera de las canchas, juzgando los casos incluso en cuestión de horas. El procedimiento es exprés: en cuanto se percibe una acción susceptible de sanción, el jugador recibe asesoramiento del sindicato con la intención de formular una defensa. Después, éste recibe una llamada de la NBA, que actúa como juez y parte, lo que genera no pocas protestas por parte de los afectados, que ven apartadas estas cifras de su salario. Matt Barnes, ya retirado y uno de los 'chicos malos' de la competición, conocido por su carácter volcánico, admite haber 'desviado' a multas hasta medio millón de dólares (unos 400.000 euros) en 14 años de carrera. El ex de Lakers, Clippers y Warriors, entre otros, se convirtió en sus años en activo en uno de los grandes detractores del sistema.
Otra de las quejas de los deportistas es que no puedan elegir, en teoría, las organizaciones sin ánimo de lucro a la que se destine su dinero. La NBA alude a razones éticas y logísticas (las decisiones suelen verse recurridas, corregidas y matizadas, con el consiguiente cambio en las sumas finales de la smultas) para rechazar esta posibilidad, pero mantiene abierto un proceso intermedio: hacer que los jugadores mantengan conversaciones con esas asociaciones para conseguir que éstas pidan formar parte de una lista de potenciales beneficiarias. Con esto, se consiguen más ventajas: deducciones fiscales a los deportistas, el aumento de su involucramiento y que las ONG's consigan el doble de estas ayudas gracias a un programa federal que bonifica este procedimiento.
En esta vía, la NBA advierte una cierta preferencia de los jugadores a solucionar problemas relacionados con sus lugares de origen. Tanto estadounidenses como extranjeros, la mayoría de los 115 deportistas que se han sumado de manera voluntaria a la propuesta de proyectos han conseguido que sean sus lugares de nacimiento los que reciban mejoras, ya sea en materia de infraestructuras, de fomento del deporte a clases desfavorecidas o de la mejora de las condiciones de vida de sectores en peligro.
La NBA, sabedora de que las sanciones en su competición nunca se verán reducidas a cero, se ha inmerso en un proceso de reclutamiento de sus propios jugadores. Se trata de jugar otro partido...pero fuera del parqué.