La debilidad del crecimiento reabre el debate cerrado en julio por la Fed
Ha tardado en llegar pero para ciertos analistas puede ser que ahora la corrección sí que asoma la nariz. Y no ha habido sorpresa. La debilidad del crecimiento americano recuerda a los optimistas la siniestra aritmética del sector inmobiliario: la caída del ladrillo es profunda, 17% en el tercer trimestre, y arrastra de forma implacable a la economía americana del lado de la recesión. Los bonos americanos e indirectamente la renta fija internacional se encuentran bajo el fuego de las previsiones.
Para ciertos analistas, los bonos deberían seguir subiendo y los rendimientos bajar mientras el mercado digiera todas las consecuencias de la depresión inmobiliaria. Es lo más probable pero no hay unanimidad: algunos ven en la resistencia de la inflación y la progresión de los costes salariales las claves del crecimiento a corto plazo. Si los costes salariales siguen con el crecimiento actual y la tasa de paro se mantiene por debajo del 5%, es probable que la percepción del mercado se mantenga a favor de un crecimiento razonable en un contexto de precios siempre preocupante. En resumen, ya habría pasado lo peor sin que el desplome de los precios y de la actividad inmobiliaria haya contaminado al resto de la economía ¡Y adiós a una caída rápida de los tipos de interés!
El debate no es nuevo y nos recuerda en concreto el enfrentamiento de la pasada primavera antes de que la Fed pacificara a los mercados en julio. Sabemos que este periodo impulsó al mercado a situarse en lateral tras una seria corrección en mayo. Veamos si vamos por el mismo camino
- La renta fija. Por lógica los precios están bien orientados pero es probable que los inversores pidan más, es decir, que esperen a datos económicos aún más alarmantes antes de aceptar llevar a los rendimientos a la zona de los 4,50%. Mientras tanto, los tipos se mantendrán en lateral en la zona de 4,60-4,80%.
- Es difícil que el crudo supere clarament los 60 dólares en este contexto. La corrección de ayer fue brutal, un retroceso a la altura de la semana anterior. Pero cuidado, la situación nos parece similar a la de la renta fija. Con la OPEP a la defensiva y dispuesta a reducir todavía más las capacidades, no es seguro que el potencial bajista sea importante. Las perspectivas de crecimiento mundial deberían empeorar o la unidad política de la OPEP volar por los aires. Es posible, pero prematuro y muy arriesgado abrir cortos agresivos.
- El oro podría sacar las ventajas de siempre cuando las dudas del mercado ataquen a la vez al crecimiento y a la inflación. Es posible que el dólar sea a corto plazo el mejor barómetro del metal precioso: lateral/bajista para la divisa, y alcista para el oro pese al freno que le viene desde las materias primas.
- La renta variable sigue con firmeza. Sabemos que el punto crucial está en saber si una eventual desaceleración económica llega a cristalizar las anticipaciones de caída de los tipos de la Fed. Si efectivamente nos situamos en la recámara de la baja (éste es el escenario de Goldman Sachs), la historia nos enseña que la corrección de los precios podría ser mínima - o directamente inexistente - y que las acciones no saldrían de la senda alcista marcada desde julio. Necesitaríamos un par de datos mediocres de paro para calmar las dudas de Wall Street. Pero si el mercado se sitúa en la expectativa durante varias semanas, es probable que los riesgos bascularían hacia una corrección más pronunciada, antes de encontrar los soportes para reiniciar el camino de los máximos. Hoy en día, no es el mensaje del análisis técnico y seguimos favoreciendo la primera opción. En cualquier caso, el contexto y la altura de los mercados no se prestan a inversiones agresivas.