El miércoles por la mañana hablaba con Arteixo para tratar de entender la caída de Inditex con similitudes al desplome de febrero, cuando la banca de inversión filtró que los márgenes iban a estar por debajo de lo previsto. Lo que ocurría era excesivo ya que un solo banco de inversión, Morgan Stanley, hacía una recomendación, muy mala, pero una simple recomendación. Quijotescamente se le podían buscar tres patas al gato (el dicho original eran cinco, pero Cervantes lo cambió). Se podía añadir el impacto negativo de la apreciación del euro, que en dos semanas ha pasado de 1,14 dólares a 1,16. Lecturas ya conocidas. Lo que no sabía por la mañana era la maldad que Morgan Satanley le reservaba a Inditex. Además de ponerle el precio objetivo más bajo a la firma de Amancio Ortega (21 euros), ponía el más alto de todos a Amazon (2.500 dólares).
Si hay una palabra que desconcierta desde hace años en Inditex es Amazon. La marca tabú para toda la distribución en el mundo se ha convertido en una armada despiadada a la que nadie osa acercarse. Cuando hace una década el equipo financiero de Inditex se reunía con accionistas por el mundo, la marca de Zara era el buque insignia de un gran ejército. El capitán de goleta Jeff Bezos era un taimado oportunista que se aferraba a dar patadas hacia adelante a un proyecto que muchos cuestionaban. Sin embargo, los últimos tres años han demostrado que Amazon será la única constelación de la distribución, junto a la china Alibaba, y que Wall Mart, Home Depot, Inditex, Cotsco, Lowe's, Kering tendrán que luchar mucho para conservar su brillo como estrellas para no ser como otras que todavía emiten luz, pero que ya se han apagado. Mientras el gigante Inditex se aferra en crecer (que lo seguirá haciendo) defendiendo márgenes (el gran interrogante), en los titanes Amazon y Alibaba se esperan saltos descomunales de ventas y beneficios que les permitirán alcanzar cuotas significativas de toda la distribución mundial.
En la última década Inditex ha sido un consuelo para los inversores españoles mientras llorábamos por Telefónica y los bancos, multiplicando por siete su precio de 5 a 35 euros. Pero Inditex cotiza casi 10 euros por debajo de sus máximos históricos. La pregunta que hay que hacerse como inversor, aun creyendo en el intachable modelo de Inditex, es si merece la pena pagar un multiplicador de beneficios que dobla al de los maltratados bancos, cuando ha pasado de una cierta hegemonía a ser un imperio que se defiende.
En el Inditex de sus tres primeros lustros busrsátiles, que Pablo Isla llevó a superar los 100.000 millones de valor, no se ponía el sol porque nada eclipsaba. Hoy, a todas horas, vemos que a alguien le envían algo del planeta Amazon, aunque suba el precio de Prime.