
Cuando Bernard L. Madoff vigilaba las ariscas aguas en la playa de Far Rockaway, en Queens, el joven socorrista no se imaginó que los 5.000 dólares que le permitirían dar rienda suelta a su carrera financiera acabarían por pasarle factura cinco décadas más tarde.
Desde que la semana pasada se descubriera que el veterano inversor podría haber defraudado hasta 50.000 millones de dólares (unos 38.000 millones de euros) a buena parte de la flor y nata del sector financiero y la alta sociedad de medio mundo, es difícil creer que un hombre con una reputación intachable se haya metido en la boca del lobo con conocimiento de causa. Madoff era sinónimo de sofisticación, todo un dios de las finanzas.
Todos confiaban en él
Por eso, millonarios de la talla del dueño del equipo de baseball de los New York Mets, Fred Wilpon, el presidente de GMAC, J. Ezra Merkin, o el ex propietario de los Eagles de Filadelfia, Norman Braman, confiaron dinero al que fuera ex presidente del Nasdaq.
El escarmiento de aquellos que mordieron el anzuelo se contagia hasta entidades consolidadas y con nombre propio, como el gigante francés BNP Paribas, el banco nipón Nomura Holdings o el alemán Neue Privat Bank. De hecho, el suizo Banque Benedict Hentsch ha confirmado haber perdido hasta 47,5 millones de dólares, mientras que el británico Bramdean Alternatives tenía el 9 por ciento de su cartera en manos de fondos gestionados por Madoff.
Sin embargo, quienes más han sufrido el azote de las díscolas operaciones de Madoff han sido los hedge funds -fondos de inversión libres-. Firmas como Fairfield Greenwich Group y Tremont Capital Management pusieron miles de millones en fondos controlados por el inversor. En casos de entidades como Maxam Capital Management, la sangría asciende a los 280 millones de dólares, lo que ha obligado al fondo a echar el cierre. "Estamos secos", reconocía Sandra Manzke, fundadora y presidenta de Maxam Capital, al diario Wall Street Journal.
Presas del anzuelo
Aún así, ya se están buscando culpables, entre ellos a la Comisión de Mercados e Inversores de EEUU (SEC, por sus siglas en ingles). Desde que Madoff registrase su negocio como consejero de inversiones con la agencia, allá por septiembre de 2006, la SEC no ha investigado las cuentas del inversor. Este comportamiento ha sido tachado de imprudente e, incluso, de favoritismo dado que la comisión tiene por costumbre inspeccionar este tipo de compañías cada cinco años y revisar a las firmas recién registradas al menos una vez tras el primer año en la lista de la SEC.
Mercer Bullard, profesor de Derecho de la Universidad de Mississippi, reconoció a la agencia de noticias Bloomberg que "dada la magnitud del fraude, éste es un caso que la SEC hubiera podido descubrir en cualquier inspección rutinaria". De momento, habrá que esperar hasta el próximo viernes 19 de diciembre para escuchar la comparecencia de Madoff ante la Comisión, según informó su abogado Ira Sorkin, quien no dudó en tachar los acontecimientos de "verdadera tragedia".
No es para menos. El fraude llevado a cabo por Madoff ha derrumbado los pilares de la fundación caritativa del filántropo estadounidense, Carl Shapiro, quien ha perdido alrededor de 145 millones de dólares, de acuerdo con el Boston Globe, que no cita fuentes.
Un 'ganador'
Gracias a su don de gentes y a sus contactos entre clubes de campo o lugares de recreo de la jet set estadounidense, Madoff se ganó el calificativo de dios de los beneficios. "Todo el mundo quería contratarle, en cualquier restaurante de alto postín o en los campos de golf más adinerados todo el mundo hablaba de él, haciendo referencia a cómo era capaz de devolver millones en beneficios", aseguró uno de sus inversores.
Al fin y al cabo, el veterano trader era capaz de devolver entre un 8 o un 12% de intereses rigurosamente todos los años. Su selecta red de amigos le permitió atraer clientes en Dallas, Chicago, Boston o Minneapolis.
Wilpon, el dueño del equipo de baseball de los Mets, que también posee la firma de inversión inmobiliaria Sterling Equities, siempre hacía referencia del buen trabajo llevado a cabo por Madoff, por eso, nunca dudó en invertir decenas de millones de dólares de su propio dinero y del equipo en fondos gestionados por el inversor. "Estamos estupefactos por los acontecimientos y, como todos los inversores, continuaremos monitorizando los acontecimientos", aseguró Sterling Equities a través de un comunicado.
Ahora, sus amigos más cercanos han llegado a decir que todo el mundo comete errores. Y sus vecinos en su piso en el Upper East Side de Manhattan, valorado en más de 9 millones de dólares, todavía recuerdan cómo el inversor siempre saludaba a todo el mundo por su nombre.