¿Se imaginan que al mecánico de Fernando Alonso -a ese que en Hungría se le olvidó apretar la tuerca de la rueda trasera derecha y el que en China necesitó el doble de tiempo que sus compañeros para cambiar un neumático- le diesen una carta de recomendación para irse a Ferrari o Mclaren?
Pues algo parecido es lo que publicaba el sábado pasado The Times. El rotativo británico reproducía un correo del jefe de recursos humanos de Amaranth, el hedge fund que ha sufrido la mayor crisis de los fondos de inversión libre desde que quebrará el Long Term Capital Management (LTCM), en 1998, en el que pedía a sus competidores que estudiasen la posibilidad de admitir dentro de sus plantillas a miembros del staff de esa firma.
El gesto loable de Stan Friedman -no todos los responsables de recursos humanos buscarían salidas para sus empleados en un caso así- reconoce que se puede desperdiciar mucho talento entre las 250 personas que van a ser despedidas. Evidentemente, no todos en la compañía tendrían la culpa de que algunos apalancaran incorrectamente el dinero que gestionaba Amaranth en el mercado del gas natural provocando pérdidas mayores a las del LTCM. Se habla de 6.500 millones de euros, aproximadamente el 70 por ciento de lo que representa la cartera de la gestora.
Lo que sí que habría que hacer es señalar a los responsables de lo ocurrido, aunque Amaranth ahora tiene una proporción mínima respecto a lo que fue el LTCM, que provocó una caída de las bolsas del 30 por ciento a finales del verano del 98.
El mercado mundial de fondos libres supera ya el PIB de países como España -los hedge fund gestionan 1,5 billones de dólares y superan en número de fondos los diez mil-, lo que exige que quienes lo hagan mal tengan que ser señalados con orejeras en la pizarra. De lo contrario, no tendrían que meter al mecánico de Fernando Alonso en el interior de los boxes; deberían montarle dentro del monoplaza para pilotarlo y bajar al asturiano.