Lisboa, 10 oct (EFE).- Los taxistas portugueses se plantaron hoy "por tiempo indeterminado" contra la anunciada legalización de Uber, a la que pretendían mostrar su rechazo con una concentración en Lisboa que, tras ser interrumpida por incidentes violentos, se ha instalado junto al aeropuerto.
Inicialmente se había previsto una marcha de varias horas, pero aún no se vislumbra final para esta protesta de los taxistas, que tienen incluso tiendas de campaña para montar en caso de que sea necesario, según advirtió el presidente de la Asociación Nacional de Transportadores Ligeros en Carretera (Antral), Florencio Almeida.
Sus declaraciones culminan una intensa jornada en la que las cosas no salieron como estaba previsto, es decir, realizar una marcha lenta que colapsara Lisboa y que concluyera ante la sede del Parlamento portugués.
Les acompañaban vehículos con la bandera de España, para hacer notar la presencia de colegas del sector procedentes de Barcelona (STAC) y Madrid (Fedetaxi), cuyo presidente, Miguel Ángel Leal, subrayó que los taxistas no van a permitir que "plataformas de falsa economía productiva" les "arruinen".
Pero la manifestación, que según los organizadores reunió a cerca de 4.000 vehículos, duró poco más de una hora, el tiempo que tardó la caravana en llegar al aeropuerto, donde la tensión se disparó entre manifestantes y policías al entender que los agentes les impedían continuar el recorrido.
Además, acusaron a los uniformados de no hacer nada contra las "provocaciones" de Uber, cuyos vehículos continúan hoy transportando a sus clientes ante la ira de los taxistas, varios de los cuales atacaron y provocaron destrozos en un vehículo, que consideraban que operaba para esta plataforma, a su entrada al aeropuerto.
Hubo empujones, insultos y un saldo provisional de tres detenidos, según confirmaron a Efe fuentes de la Policía de Seguridad Pública, que no pudieron precisar si las personas arrestadas son o no manifestantes.
Fue entonces cuando la protesta echó el freno y se concentró en una rotonda aledaña al aeropuerto, donde tanto los representantes de Antral como de la Federación Portuguesa del Taxi (FPT), aseguraron que no se moverían hasta hablar con alguien del Gobierno.
Y así ocurrió, ya que los presidentes de las dos principales organizaciones fueron convocados a una reunión de carácter urgente en la sede del Ministerio de Ambiente, que gestiona el transporte en el país.
Es precisamente esta cartera la que ha redactado la normativa para legalizar plataformas como la estadounidense Uber o la española Cabify, que se espera que sea aprobada este mes y que considerará a estas empresas "prestadoras de servicios de tecnología".
Esto implica que, sin contar con los beneficios fiscales a los que tienen acceso los taxistas, podrán operar con permiso previo del regulador de transportes, además de que estarán obligados a tener sede o representante legal en Portugal y emitir factura electrónica.
Frente a esto, los taxistas piden que se limite el número de vehículos que pueden ofrecer este servicio, algo que el ministro de Ambiente, João Matos Fernandes, no considera posible, como dijo a periodistas al término de la reunión de emergencia, que duró tres horas y concluyó sin acuerdo.
"La reunión fue muy productiva, pero hay, de hecho, una divergencia, que es profunda, que es la voluntad de los taxistas de crear un contingente para una actividad económica que no puede ser restringida", aseveró.
E insistió en que, a su juicio, "la protesta es legítima, pero injusta".
Los taxistas, que salieron del encuentro en silencio, mostraron su descontento al volver a la rotonda del aeropuerto, donde Almeida declaró: "Donde están los coches es donde nos quedaremos".
Al menos, aseguró, hasta que obtengan una respuesta favorable del Gobierno a la cuestión de la "contingencia" y la "parada de los ilegales", sus dos principales reivindicaciones.
"Vamos a quedarnos hoy y mañana si fuese necesario. Vamos a montar unas tiendas", dijo por su parte el presidente de la FPT, Carlos Ramos.
Cynthia de Benito