Bolsa, mercados y cotizaciones

La crisis borra la sonrisa del dólar: el sistema financiero, malherido

La crisis amenaza con torcerle el gesto a George Washington. El primer presidente en la historia de EEUU es la cara visible del billete de1 dólar. En él, luce sereno y orgulloso. Incluso se adivina en su rostro una sonrisa de satisfacción. Sin embargo, si ahora levantara la cabeza ofrecería, sin duda, una imagen menos confiada. Más bien mostraría una mayor preocupación. Y, desde luego, no encontraría demasiados motivos para sonreír.

Con el sistema financiero norteamericano casi arrasado y las autoridades políticas y económicas ultimando un plan de rescate que pasará una elevada factura fiscal a la Administración, el billete verde se asoma al precipicio: ¿supondrá esta crisis el principio del final de la supremacía del dólar como la divisa mundial de referencia?

Un mundo inundado de dólares

La respuesta del mercado de divisas constata ese riesgo. Desde que el secretario del Tesoro, Henry Paulson, y el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, anunciaron el jueves por la noche su voluntad de crear una agencia que refuerce los cimientos financieros del país, la moneda norteamericana ha caído un 2,4% frente al euro, hasta los 1,463 dólares -pese a que el martes subió un 0,9%-.

Esta recaída ha cortado la racha alcista que había protagonizado desde que, a mediados de julio, se hundió hasta las 1,6038 unidades por euro, su cambio más bajo desde el nacimiento oficial de la divisa europea en 1999. Desde entonces, y hasta el pasado jueves, el dólar se había revalorizado casi un 12%, una subida apoyada en su condición de activo refugio. Es decir, justo la cualidad que la crisis puede llevarse por delante. Enemigos, desde luego, no le faltan.

Como sostiene Simon Ward, economista jefe de la gestora New Star, el plan diseñado por los responsables económicos y financieros de EEUU supondrá "un incremento de la oferta monetaria", es decir, de la cantidad de monedas y billetes en circulación. Vamos, que va a crecer el número de George Washingtons que se mueven primero entre los bancos de EEUU, luego en el conjunto de su economía y posteriormente por todo el mundo. A la espera de que se concrete la cifra definitiva, la cantidad provisional del plan articulado por Paulson y Bernanke asciende a 700.000 millones de dólares -alrededor de 480.000 millones de euros-.

Salvo que la Fed drene con rapidez estos excesos monetarios, la mayor presencia de dólares provocará el consiguiente descenso de su valor. Además, hay que tener en cuenta que en este terreno llueve sobre mojado, porque las billonarias reservas acumuladas en la última década por mercados emergentes, como China o Rusia, y otros países desarrollados, como Japón, ya habían provocado que el mundo estuviera inundado de dólares.

Esta realidad ha creado unos grandes desajustes globales, porque frente al consumo estadounidense y su consiguiente déficit comercial se situaban los ahorros en dólares de los mercados emergentes, con los que han financiado el desequilibrio exterior norteamericano. Para el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, esta situación no se puede perpetuar: "El sistema basado en el dólar como moneda reserva es la raíz del problema de los desequilibrios globales. El actual sistema es inherentemente insostenible", asegura Stiglitz.

Si la economía flojea, la divisa lo notará

El G-7, que reúne a las siete mayores potencias del mundo, se ha hartado de requerir que los tipos de cambio de las divisas reflejen los fundamentos de cada economía. Lo curioso es que este planteamiento ha penalizado al dólar desde el inicio de la crisis en verano de 2007. Desde entonces, el billete verde acumula un descenso del 8% frente al euro. Tras esta caída ha latido el convencimiento de que EEUU acabaría entrando en recesión. Este temor quedó disipado momentáneamente después de que el Producto Interior Bruto (PIB) creciera a una tasa trimestral anualizada del 3,3% en el segundo trimestre.

Pero el miedo ha regresado. Primero, porque las últimas estadísticas procedentes del mercado laboral, de la actividad empresarial y del consumo certifican que la economía norteamericana podría pasarlo peor en la segunda mitad del año que en la primera. Y segundo, porque el plan de rescate anticrisis, aunque puede mejorar la situación del sistema financiero a corto plazo, provocará una factura fiscal elevada que restará fuerza en el futuro a la locomotora norteamericana. Para pagarla, EEUU deberá emitir más deuda pública -con el consiguiente incremento del pago de intereses futuros- y una de dos: reducir el gasto público o incrementar los impuestos.

Todo ello frenaría el crecimiento del país. Y con una economía más endeble, el billete verde perdería su principal punto de apoyo. "Factores fundamentales como la expansión de la deuda pública y el debilitamiento de la economía pueden ser interpretados como causas potenciales que pueden provocar la caída del dólar", sostienen los analistas de Citi. Si, además, la Reserva Federal vuelve a bajar los tipos de interés, una alternativa a la que los mercados de futuros conceden un 62% de probabilidades en la reunión de finales de octubre, el dólar también se vería perjudicado.

Mayores presiones inflacionistas

Tanto monta, monta tanto. El debilitamiento de la economía pasa factura al dólar, pero la caída de la divisa también agrava los problemas del crecimiento. En la medida en que el dólar pierda terreno, la compra de productos en el exterior resultará más cara, con lo que EEUU importará inflación. Es más, Bernanke aludió en junio a que el rebrote de las presiones inflacionistas de la primera mitad de 2008 respondía en parte a la debilidad del billete verde.

Paralelamente, el descenso del dólar alimenta la subida del crudo, una consecuencia que no han negado ni el propio presidente de la Fed ni la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

Por tanto, y de un plumazo, la fragilidad del dólar supone un doble riesgo inflacionista: por un lado, a través de las importaciones; y por otro, mediante un petróleo más caro. Si ambos se manifiestan, a la Fed podría no quedarle más remedio que subir los intereses. Y aunque esa medida podría dar aire al dólar, frenaría aún más la posible recuperación económica.

¿A favor o en contra del 'dólar fuerte'?

En junio, tanto la Fed como el Tesoro recuperaron la retórica del dólar fuerte que ya habían empleado las autoridades norteamericanas en los años 90. De este modo, parecían poner fin a una etapa de cinco años de doble lenguaje en la que, si bien por un lado no renegaban de una divisa poderosa, tampoco se quejaban de la caída que venía registrando el billete verde desde 2003. Si, como se espera, la economía entra en recesión, las autoridades podrían regresar a la ambivalencia anterior con el objeto de que las exportaciones, apoyadas en un dólar más débil, sirvan como soporte de la economía. En ese caso, el mercado interpretaría que EEUU da vía libre a la depreciación del dólar.

Adiós a la vinculación con el 'billete verde'

Los problemas anteriores pueden provocar que los países dejen de mirar al dólar como la divisa más segura y estable del mundo. Si países como Venezuela e Irán ya han proclamado su lucha contra el billete verde por la disputa diplomática que sostienen con EEUU, otros, sobre todo las naciones productoras de petróleo y aquellos que han amasado más dólares en la última década, pueden replantearse la vinculación que tienen ahora con el dólar, sobre todo a la hora de configurar sus reservas.

El euro viene empujando por detrás

Para que una moneda pierda su supremacía, debe haber otra que la pueda sustituir. ¿Hay alternativa al dólar? Sí, el euro. Según las estadísticas del Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras que el peso del dólar en las reservas mundiales bajó del 73% al 64% entre 2001 y 2007, el del euro repuntó del 18% al 27%. Una progresión lenta, pero continua.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky