
Bolsámetro
¿Qué hará este valor en la próxima sesión? | |
BBVA | |
SANTANDER | |
![]() |
Regreso. Vuelta. Retorno. Estas palabras, tan escuchadas en los últimos días, constatan que ya es septiembre. Pero esos delatores tópicos no son los únicos que se emplean para dar la bienvenida al noveno mes del año. Hay otro que compite con ellos: el arranque de un nuevo curso. Prácticamente no hay ámbito que no haya acuñado su propia versión del comienzo del curso escolar.
Ni siquiera el financiero, y menos aún en un ejercicio tan complicado como el actual. En estos momentos, una pregunta destaca en la mente de los inversores: "¿Qué puedo hacer con mi dinero?". Y no es para menos, ya que la bolsa no deja de acumular números rojos -el Ibex 35 (IBEX.MC) cayó la semana pasada a mínimos del año-, la deuda pública apenas permite superar la inflación, las materias primas y las divisas han dado unos bandazos espectaculares desde julio y el ladrillo... mejor no hablar. Dado este turbio panorama, a la hora de confeccionar una nueva mochila de inversión se debería valorar la posibilidad de incluir deuda privada, es decir, los títulos emitidos por las empresas y las entidades financieras.
Hasta la fecha, estos productos constituyen la principal asignatura pendiente del sistema financiero español. Se trata de un segmento mucho menos conocido y cuidado que otros como su propia hermana, la deuda pública, o la bolsa. Es más, parece un coto vedado para los grandes inversores institucionales, como los fondos de inversión, los planes de pensiones y las aseguradoras.
"No hay interés en ofrecer estos productos al particular, que no genera grandes comisiones. Es más fácil acudir al cliente institucional", afirma un experto que prefiere no ser citado. Julio Alcántara, director general del mercado español de renta fija (AIAF), reconoce que "hay una tarea de popularización por hacer". Y Arlo Carrió, gestor de Urquijo Gestión, pone a Italia como ejemplo de un mercado donde estos productos están muy extendidos entre los minoritarios. "Allí las instituciones financieras sí han hecho un esfuerzo para colocar estos activos entre los clientes", explica.
Contras y pros
Junto al poco apoyo recibido, lo cierto es que la deuda privada también tiene en su propia naturaleza dos motivos que reducen su gancho: el primero, la extensa oferta existente, un factor que dificulta su seguimiento; y el segundo, su menor liquidez, lo que complica la compra-venta de títulos. Fernando Gómez Acebo, director del departamento de renta fija de Banif, explica cómo interactúan ambos factores: "Un único emisor español, como pueda ser BBVA (BBVA.MC) o Santander (SAN.MC), tiene más emisiones de deuda vivas, o sea valores negociables, que el conjunto de empresas que cotiza en bolsa. Esto hace que la liquidez de un activo de deuda privada sea escasa, por lo que la negociación es más complicada y menos transparente que en un mercado electrónico como la bolsa".
Sin embargo, estos obstáculos no impiden que el particular esté totalmente ausente de este mercado. De hecho, los datos de AIAF arrojan una cifra sorprendente: 65 de cada 100 operaciones que se realizan en esta plataforma se hacen por una cuantía inferior a 30.000 euros. "Los minoritarios quedan perdidos en los volúmenes de contratación por la mayor capacidad financiera de los inversores institucionales, pero en el número de operaciones su presencia se dispara, lo que demuestra que estos activos sí interesan", confirma Julio Alcántara.
Es más, la situación actual parece la idónea no sólo para que siga siendo así, sino para que este segmento despegue de una vez por todas en nuestro país. El motivo no es otro que el incremento de los rendimientos que ofrecen los títulos como consecuencia de la crisis.
En los últimos años, el reducido nivel de los tipos de interés oficiales y la solidez corporativa permitían a las empresas y los bancos lanzar deuda con una rentabilidad muy baja. Esta realidad resultaba muy favorable para ellos, ya que podían financiarse de forma barata, pero no para los inversores, que encontraban más premio en otros activos como la bolsa o los inmuebles. Pero ahora este panorama es diametralmente distinto. El acceso a nuevo crédito se ha restringido como consecuencia de la crisis financiera, y en lo que se respecta a la deuda privada esto se ha traducido en un importante aumento de los rendimientos.
Tomando como ejemplo los dos principales bancos españoles, Santander y BBVA, su sólida situación financiera no ha evitado que en este momento una emisión suya debería ofrecer casi 100 puntos básicos -equivalen a un punto porcentual- por encima de la referencia europea a cinco años, cuando hace doce meses esa diferencia -spread- no llegaba a 40 puntos básicos.
Pero hay más. Hace un año, los pagarés de empresa a 12 meses abonaban un rendimiento medio del 4,7%, apenas 39 puntos básicos más que sus grandes competidores, las letras del Tesoro a un año. Actualmente, el interés medio que ofrecen los primeros ha crecido hasta el 5,4%, 127 puntos básicos por encima de las letras.
Compitiendo con los depósitos
El incremento de los rendimientos es el que invita a los analistas a considerar que el atractivo de estos ha crecido. Aunque, sobre todo, lo que subrayan es que el terreno está abonado para que el valor que ya ven en la actualidad se incremente en los próximos meses. "Pensamos que es un momento atractivo y propicio para construir carteras de renta fija privada", afirma Arlo Carrió, de Urquijo Gestión. "Sí vemos una interesante oportunidad de inversión en la deuda corporativa y financiera, pero también creemos que estos segmentos seguirán siendo atractivos en los próximos meses, por lo que se podría esperar un tiempo", indica Virginia Romero, de Ahorro Corporación.
En opinión de Fernando Gómez Acebo, de Banif, lo fundamental en este momento pasa por permanecer alerta. Poner el radar para interceptar las próximas y jugosas emisiones que llegarán al mercado en los próximos meses. "Los grandes emisores de deuda privada tienen que afrontar la renovación sí o sí de fuertes volúmenes de emisiones que en los próximos meses van a amortizar, lo que puede tener un efecto subasta de rentabilidades ofrecidas a los inversores", señala. En este sentido, Arlo Carrió menciona los casos de compañías como Repsol (REP.MC), Gas Natural (GAS.MC) o Iberdrola (IBE.MC), que en breve tendrán que salir al mercado para obtener financiación. Lo harán, además, con unas condiciones que pueden ser muy ventajosas para los inversores.
Estos pronósticos se apoyan sobre las sugerentes cifras que ya se están viendo en el mercado. Así, títulos a corto plazo de empresas como Telefónica (TEF.MC) o Repsol y entidades financieras como Santander (SAN.MC) ofrecen unos rendimientos comprendidos entre el 5% y el 6% anual en títulos emitidos a corto plazo -ver gráfico con las propuestas de Atlas Capital, Banif y Urquijo Gestión-.
Dada la combinación de rentabilidad y solvencia de estos emisores, los expertos tienen claro cuál es la mayor competencia de la deuda privada en estos momentos: "Esta alternativa de inversión tiene un duro rival en los depósitos", reconoce Víctor Rueda, de BNP Paribas Banca Privada. Y aunque resulta cierto que es así por la cruzada en la que están inmersas las entidades de crédito por captar depósitos, una tendencia que está disparando los intereses que ofrecen estos productos, la posibilidad de encontrar rendimientos del 6% es actualmente superior en la deuda que en los depósitos.
Cuaderno de apuntes
Ahora bien, también hay que tener en cuenta una realidad: aunque los títulos empresariales y financieros proporcionan unos intereses mayores que la deuda pública y que incluso muchos de los depósitos que se están ofreciendo, también poseen un riesgo más alto. O lo que es lo mismo, en este segmento se cumple a rajatabla la máxima que establece que a mayor rentabilidad, mayor riesgo. Por este motivo, los analistas recomiendan seguir una hoja de ruta muy definida. Algo así como el cuaderno de apuntes para moverse por este mercado. Y éste constaría de tres consejos fundamentales.
El primero pasa por elegir compañías de calidad. Como sugiere Arlo Carrió, "ahora no hace falta irse a los perfiles más arriesgados para encontrar valor". Esto significa que no hace falta buscar las compañías con un riesgo de impago mayor para encontrar rentabilidades atractivas. Para ello, la criba se debe hacer mediante los rating o notas crediticias que las agencias de calificación otorgan a las compañías o bancos y decantarse por las firmas que poseen el grado de inversión, que es la etiqueta con la que se identifica a las más solventes -ver tabla adjunta-. "En este momento sólo estamos en títulos con buena calificación crediticia", señala Víctor Rueda. Esta selección debe ser especialmente rigurosa en el sector financiero, donde precisamente las principales entidades españolas sobresalen frente a la debilidad mostrada por las internacionales.
En segundo término, conviene elegir los tramos cortos y descartar los largos. Es decir, invertir en títulos de cinco años de vida como mucho. Sobre todo, porque los más longevos contienen un riesgo mayor y el rendimiento que ofrecen no es comparativamente tan alto como para compensarlo. "El producto más adecuado para el particular es el pagaré", aconseja Julio Alcántara, de AIAF. Además, una vez seleccionados los títulos, los analistas lo tienen claro. "El particular debe esperar al vencimiento del título", recomienda Félix López.
Y en tercer lugar hay que cribar por sectores. Para Virginia Romero, "hay que huir de las empresas cíclicas, de las que se vean afectadas por los altos precios de las materias primas y de las que tengan mucha deuda". "Nuestras preferencias son las compañías de telecomunicaciones, energéticas, eléctricas y tabaqueras. En cambio, no nos gustan las automovilísticas ni las de consumo y hay que ser selectivos con las financieras", precisa Fernando Gómez Acebo.
Las propuestas de los expertos
Emisiones recomendadas por tres firmas de inversión.