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Los fantasmas del pasado vuelven a visitar a las divisas asiáticas

Las autoridades tailandesas dijeron basta el 2 de julio de 1997. Ese día arrojaron la toalla y decidieron no seguir defendiendo su divisa, el baht, del acoso especulativo que venía padeciendo en los meses previos. Dicha medida causó un auténtico terremoto cambiario, hasta el punto de que en aquella jornada la moneda se desplomó un 19,5% frente al dólar.

En un principio, este suceso pareció un fenómeno aislado. Un movimiento brusco que no tendría impacto mayor más allá de las fronteras tailandesas. Pero no fue así. El efecto contagio no tardó en surgir. Los problemas se propagaron por Malasia, Indonesia, Corea del Sur, Filipinas y Hong Kong con suma velocidad, de tal forma que los hasta entonces prósperos tigres asiáticos vieron limadas sus garras.

Un recuerdo desagradable

Este precedente provoca que las divisas de la región siempre susciten un recuerdo desagradable. No en vano, desencadenaron una crisis que se trasladó luego a Rusia y Latinoamérica y que terminó hundiendo al aparentemente todopoderoso fondo estadounidense Long Term Capital Management (LTCM).

Estas evocaciones son las que, precisamente, han provocado más de un escalofrío en el mercado en los últimos días. Varias de las principales monedas asiáticas han acelerado la tendencia bajista que ya venían presentando en el conjunto del ejercicio.

A la cabeza de ellas se ha situado el won surcoreano, que en las tres últimas jornadas ha bajado un 5% frente al dólar, hasta los 1.134 wones, un descenso que incrementa su recorte anual hasta el 21,5 por ciento, un comportamiento que la sitúa como la peor moneda de la región en 2008.

Mejor preparados, pero...

Tras esta caída late la huida de los grandes fondos de inversión extranjeros ante el temor a que la situación del país se deteriore con intensidad. Es tal la sensación de miedo que las autoridades se han visto obligadas a comparecer públicamente para tratar de calmar los ánimos.

"El Gobierno está profundamente preocupado por la caída del won. Los inversores no deberían tener dudas acerca de nuestra capacidad para contener el movimiento", manifestó ayer el viceministro de Finanzas, Kim Dong, quien no ocultó su voluntad de intervenir en el mercado para frenar la depreciación de su moneda.

En este sentido, resulta cierto que Corea del Sur cuenta con mucha más munición para defenderse que en 1997. Entonces, todo su arsenal se limitaba a los 33.600 millones de dólares en divisa extranjera que poseía; ahora su despensa asciende a 243.200 millones de dólares, que le convierten en el quinto país con mayores reservas del mundo.

Otro precedente, el europeo

Ahora bien, ese escudo, así como las altas palabras de Kim Dong, no garantizan el éxito. Otro precedente, el de la crisis del Sistema Monetario Europeo en 1992, lo demuestra muy bien. En aquella ocasión, "cuanto más alto proclamaban los responsables que sus monedas eran sólidas, más seguros podían estar los especuladores de que [las monedas] estaban al borde de la devaluación [que es lo que los segundos querían]", relata Gregory Millman en su libro Especuladores internacionales: los nuevos vándalos.

Paralelamente al desplome del won, el baht tailandés está padeciendo la crisis política que sufre el país -ver pág. 32- y ya baja un 15,5 por ciento frente al dólar en 2008.

De momento, suenan a casos aislados -y lejanos- que no deberían ir a más. Pero lo mismo se decía en 1997, y al final la situación se acabó escapando de las manos.

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