Bolsa, mercados y cotizaciones

¡Cuidado con agosto! Es un mes repleto de sorpresas... desagradables

¡Por fin! Ya estamos en agosto. Para muchos, este mes supone el comienzo de las vacaciones. No obstante, no siempre equivale a tranquilidad y menos aún en los mercados financieros. Precisamente porque agosto sabe a siesta y tiempo libre, es un mes de lo más traicionero en los parqués. No es que sea eminentemente bajista, ya que, por ejemplo, el índice español Ibex 35 ha descendido en agosto tantas veces como ha subido: ocho. Pero sí es nervioso. Y mucho.

El primer factor que explica esta realidad es la merma que suele registrar la negociación bursátil este mes. En 2006, la contratación fue un 28% inferior a la media mensual registrada durante el año, porcentaje que en 2007 se situó en el 18%. La menor presencia de dinero provoca que la liquidez se resienta y que, por tanto, los saltos de precios de las acciones puedan ser más acusados, con el consiguiente impacto en la evolución de los indicadores bursátiles.

Imán para las crisis

Además de esta razón, que es propia del descenso de la actividad que se produce en plena temporada estival, agosto constituye un mes que parece tener imán para atraer sobresaltos financieros.

Aunque esta fama comenzó a ganársela en 1992, cuando el Ibex bajó un 5,8% en el octavo mes del año como aperitivo de la tormenta financiera que acabó con la libra esterlina fuera de la Unión Económica y Monetaria (UEM) en septiembre, el tarro de las esencias lo destapó a finales de esa misma década. En 1997, agosto supuso la continuación de la crisis cambiaria desatada en julio en Tailandia. Los tigres asiáticos dejaban de rugir y su afonía se trasladó al conjunto de los mercados internacionales.

El más nefasto

En el caso del Ibex, provocó unos números rojos del 4,1%. Hubo que esperar poco, apenas un año, para encontrarse con el agosto más nefasto de todos, el de 1998. En esa ocasión sí que concentró un impacto total. Procedió de Rusia, cuyo sistema financiero saltó por los aires. En un solo mes, el rublo se devaluó un 60% y el principal índice bursátil, el RTS, se hundió un 54%, todo un terremoto que tuvo sus réplicas correspondientes. La del selectivo español supuso un descenso del 21,2%.

Por fortuna, agosto no ha vuelto a deparar un susto similar. En 2001 padeció en sus carnes la prolongación del pinchazo de la burbuja tecnológica y el impacto de la recesión que atravesaba EEUU, mientras que en 2005 sufrió una importante sacudida de manos del petróleo, cuyo precio se disparó un 13% en el mes estival por antonomasia. Entonces, los descensos del Ibex se situaron en el 1,9 y el 1,05%, respectivamente. Sin embargo, en 2007 volvió a las andadas.

En agosto del año pasado fue cuando la crisis hipotecaria adquirió carácter oficial. Así lo confirmaron las urgentes actuaciones de los bancos centrales durante dicho mes, ante las que el Ibex bajó un 2,2%.

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