Las filtraciones a la prensa holandesa sugieren que el debate sobre la flexibilización monetaria, más conocido como QE, se centra ya en los detalles técnicos y el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo intenta determinar cuál será su plato fuerte. Desde Bank of America Merrill Lynch, Guilles Moec y Rubén Segura-Cayuela repasan el menú compuesto por tres opciones, donde el postre, algo edulcorado, suena como la opción más viable a ojos de estos expertos.
El denominado como Vanilla QE, por su efecto descafeinado, implicaría compras de bonos soberanos entre una multitud de sus miembros con una mutualización completa del riesgo a través de todos los miembros de la eurozona. "El factor negativo de esta opción es que fomenta a los halcones del BCE ya que podría frenar el entusiasmo sobre las reformas estructurales y la consolidación fiscal", indican Moec y Segura-Cayuela. Dicho esto, para ambos "existe una mayoría de miembros del Consejo de Gobierno a favor de esta opción".
El segundo plato, implicaría la plena mutualización del riesgo, pero restringido a la compra de los bonos soberanos con mayor de calidad. "Esta opción oficializaría la división de la unión monetaria entre el núcleo y la periferia", critican desde Bank of America Merrill Lynch. Además esta opción restringida tendría sólo un impacto indirecto sobre las expectativas de inflación de la zona euro y el BCE tendría que gastar una mayor cantidad de dinero que en un programa más amplio.
La última opción implicaría la compra de bonos soberanos de distintos miembros pero con una mutualización limitada del riesgo, donde los bancos centrales a nivel nacional asumiría, al menos, la primera pérdida de sus tenencias en bonos soberanos. "Esto implicaría una falta de confianza en el sistema europeo que no ofrecería un mensaje claro sobre la la unión monetaria", apuntan los economistas de Bank of America Merrill Lynch.