"La mayoría de las calificaciones crediticias de las entidades financieras de la eurozona está en perspectiva negativa", así explicó la situación del sector Jesús Martínez, director de ratings del sector financiero de Standard & Poor's. La aplicación de las nuevas normativas para la puesta en marcha efectiva de la Unión Bancaria supone una reducción del apoyo que pueden ofrecer los Estados a las entidades de su país, ya que para cualquier inyección de liquidez o rescate, será necesario que los accionistas y algunos bonistas de la entidad se hagan cargo de las pérdidas por adelantado, hasta cubrir un total del 8% del capital y de los pasivos exigibles.
En definitiva, que para ayudar a una entidad en problemas, será necesario aplicar primero algún tipo de impago en el que el impacto sería, por este orden, sobre el capital (accionistas), la deuda híbrida, subordinada y finalmente, senior.
Esto significa que el apoyo que pueden dar los Gobiernos a sus bancos no evitará un rescate con capital propio (bail-in). Hasta ahora, este respaldo del Estado suponía un impacto de uno o dos escalones positivos por lo que, de confirmarse este cambio regulatorio, podrían retirarse. En el caso de las entidades sistémicas, este apoyo gubernamental suponía dos escalones.
¿Hay solución posible?
La eurozona ha decidido poner en marcha un colchón de liquidez para que los ciudadanos no tengan que participar en la liquidación de un banco en quiebra, el Fondo Único de Resolución que no estará completado hasta, al menos, ocho años. ¿Será suficiente para recuperar los escalones perdidos? No, explican desde S&P. Sin embargo, la solución puede estar en la captación de pasivos susceptibles de absorber pérdidas, esto es, aquellos que, según la futura regulación europea, soportarán el bail-in. Si las entidades consiguen un colchón suficiente, es posible que los ratings no caigan.