
La maquinaria de la Reserva Federal (Fed) ya está a pleno rendimiento. El objetivo parece ser convencer a los mercados de que la entidad cambiará su hoja de ruta de la subida de tipos para retrasar la normalización de la política monetaria meses, trimestres o incluso semestres.
Ayer fue Eric Rosengren, presidente de la Fed de Chicago, quien volvió a enfriar las expectativas de una nueva subida del precio oficial del dinero. "Fácilmente me puedo imaginar" que los tipos de interés del país seguirán en el 0% hasta 2016, explicó en una entrevista a Reuters.
Con Rosengren ya son tres capos de la Fed quienes han pedido oficialmente posponer la subida de tipos. La semana pasada fueron los presidentes de las entidades de Chicago y San Luis, Charles Evans y James Bullard, los que salieron ante los medios para proponer a sus colegas un replanteamiento de su calendario. Hasta ahora los planes pasaban por acabar el programa de compra de activos, el QE3, en octubre y en torno a seis meses después, empezar a subir los tipos.
Las palomas de la Fed (miembros con preferencia por flexibilizar la política monetaria para lograr más empleo) siguen recogiendo justificaciones para retrasar la subida de tipos. La presidenta de la entidad, Janet Yellen, considerada una de las palomas por excelencia, prepara una batería de argumentos para intentar mantener los estímulos monetarios tanto tiempo como sea necesario. Yellen mostró el viernes su preocupación sobre cómo se está abriendo la brecha económica en el país. "Creo que es apropiado preguntarnos si esta diferencia encaja con nuestra historia de que los estadounidenses tienen igualdad de oportunidades", reflexionó.
La respuesta de la Fed a las dudas de los mercados ha sido contundente. Ayer, con la apertura en negativo de Wall Street, fue Rosengren quien salió a la palestra para recordar los estímulos seguirán por más tiempo. El efecto riqueza de la bolsa en EEUU es mayor que en Europa, ya que con las menores cargas fiscales y la menor protección del Estado sobre las familias, los hogares se ven obligados a ahorrar para costearse cualquier imprevisto. La debilidad de la bolsa puede ser un quebradero de cabeza para la demanda interna, algo que la Fed no parece dispuesta a tolerar.