
Al final, por muchas oraciones que se rezaran, el temido momento llegó: el Ibex 35 perdió el soporte crítico situado en los mínimos del año. Antes de que se produjesen las dos últimas caídas, el volumen medio negociado en octubre era de 3.813 millones de euros, una cifra que este jueves alcanzó los 5.854 millones.
El temor a una nueva recesión en Europa sigue marcando los pasos de los inversores y el selectivo amplió sus pérdidas anuales hasta el 2,5%. Con todo, es el índice que menos retrocede entre los grandes de Europa.
Aunque los expertos cree que la bolsa española acabará el año con subidas y que debe llegar una reacción alcista, lo cierto es que de momento impera el miedo en el mercado. De hecho, según una encuesta realizada por elEconomista a sus usuarios sobre la fase que atraviesa el Ibex 35, cerca del 31% de los consultados se decanta por el miedo, seguido del pánico con un 18,29% y de la negación de la evidencia con un 10,86%.
Esta encuesta parte del supuesto de que las bolsas se mueven irracionalmente, en función de las percepciones que tienen los inversores y no por la fuerza de los fundamentales de sus cotizadas.
Resulta llamativo como el sentimiendo de pánico ganó adeptos en la última sesión, ya que el miércoles, con el primer desplome del Ibex 35, la negación de la evidencia era la respuesta mayoritaria. Sin embargo, después de las últimas dos jornadas, en las que el selectivo se ha desplomado más del 5%, el pánico ha subido como la espuma.
En la teoría del sentimiento del inversor se identifica el desaliento como el momento en el que se ha tocado fondo, un punto que los expertos señalan como el de máxima oportunidad para invertir dado el abaratamiento de los activos.

En este punto, el Ibex 35 logró abaratarse en términos de PER -número de veces que el precio recoge el beneficio-, hasta las 13,9 veces. Sin embargo, sigue siendo uno de los índices más caros de Europa y a pesar de la rebaja de su múltiplo de beneficios, cotiza casi un 20 por ciento más caro que el PER medio de la última década.