El 27 de julio de 2012, el presidente del BCE pronunció una de las frases más famosas de la historia de los bancos centrales: "Haré lo que sea necesario para salvar al euro y, créanme, será suficiente", palabras que marcaron un punto de inflexión en los peores años de la crisis europea.
Las casualidades del azar hicieron que el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, se encontrase en Londres en el momento más crucial de la historia del euro como moneda común. Las tensiones especulativas habían llevado a los países de la eurozona al límite en julio de 2012. Ya se habían aprobado rescates para Grecia, Irlanda, Portugal y España e Italia amenazaba con ser el siguiente peón en caer. Los mercados financieros estaban cerrados a cal y canto para los países periféricos, por lo que sufragar los vencimientos de la deuda, el pago de intereses y financiar nuevo déficit se había convertido en toda una quimera. A todo ello, se unía el problema de unos bancos con dificultades de liquidez y de poco capital y sin acceso al interbancario. Una mezcla explosiva para países que no podían devaluar su tipo de cambio, ni aplicar políticas monetarias propias, ya que estaban atados a la ortodoxia del BCE.
A las puertas del verano de 2012, los rumores de ruptura del euro eran permanentes. El martes día 24, el bono español cotizaba en su nivel más alto desde 1997 cerca de la zona del 8% y la prima de riesgo superaba los 650 puntos básicos. Una situación de máximo estrés para los países de la periferia europea y que obligó a Draghi a intervenir.
El patrón del BCE, apodado desde entonces Super Mario, se encontraba en Londres con motivo de la inauguración de los Juegos Olímpicos de la City. Allí convocó una escueta comparecencia ante la prensa en la que decidió pasar a la acción: "Haré todo lo que sea necesario para salvar el euro y, créanme, será suficiente". Era 26 de julio y el destino del euro dio un cambio radical.
Las tensiones en los mercados comenzaron a relajarse de forma inmediata. En unas horas, la prima de riesgo cayó a plomo 50 puntos básicos. Desde entonces, el 'rally' del bono soberano y de la renta variable ha sido indiscutible. El título español de referencia a 10 años cerró la sesión del viernes en mínimos de la serie histórica del mercado secundario, bajando su rentabilidad hasta el entorno del 2,5%. Poco más de una cuarta parte de los máximos de 2012.
Hasta tal punto ha llegado el rally de la deuda periférica que el bono español o el irlandés han llegado a ofrecer una rentabilidad inferior al estadounidense en el mercado secundario en alguna sesión de los últimos meses. Si en su conferencia de hace dos años, Draghi se quejaba de que el mercado exigía unos costes "irracionalmente altos", apenas 20 meses después alertaba de que los tipos de interés estaban en niveles peligrosamente bajos.
Lo que sea necesario
¿Qué ha significado el "lo que sea necesario" de Draghi? Aplicar un programa que Alemania llevó hasta su Tribunal Constitucional y que éste remitió a la Comisión Europea con un dictado de que generaba ciertas dudas sobre su constitucionalidad. Este programa, bautizado como OMT (Compras Monetarias Directas, por sus siglas en inglés), fue aprobado un mes y medio después de la famosa frase de Super Mario. Consistía en que la entidad se comprometía a comprar deuda soberana de los países que solicitasen un rescate en el mercado secundario, tanta como fuese necesaria para rebajar los costes de los intereses a niveles razonables y siempre en los tramos cortos.
Bajo la premisa que aparece en el mandato de la entidad de evitar la fragmentación interna, Draghi aprobó esta medida que fue muy criticada desde Alemania. En realidad, se ha erigido como la política monetaria perfecta, ya que no ha sido necesaria activarla ni una sola vez y, sin embargo, consiguió acabar con la peor crisis de la historia del euro.
Posteriormente, el Banco Central Europeo adoptaría otras medidas nunca antes aprobadas por la entidad, pero ninguna con tanta repercusión en los mercados como la OMT.
Dos años después, la artillería del BCE sigue en funcionamiento. Los de la institución monetaria están preparando ocho subastas a la banca que comenzarán en el mes de septiembre y que se prolongarán durante dos años. Este programa, el TLTRO, dotará de liquidez a la banca condicionada a que las entidades concedan créditos a las pymes (excluido el sector financiero) y a los hogares (sin contabilizar los préstamos hipotecarios). Super Mario sigue superando las barreras de la ortodoxia alemana para intentar ayudar a la economía con sus estímulos monetarios. El siguiente paso que plantea la entidad es habilitar un programa de compra de activos, un QE a la europea en el que el objeto de las compras serían valores respaldados por activos (ABS).