Si el fútbol fuese un juego matemático no habríamos vivido el partido del Mundial de los mundiales, la eterna derrota de Brasil en casa por 7 a 1 frente a Alemania. Como sostiene Cruyff, el fútbol es un juego de fallos. Una excelente aplicación de la teoría del premio nobel John F. Nash, según la cual cada jugador individual no gana nada modificando su estrategia mientras los otros mantengan las suyas.
El jugador debe ejecutar el mejor movimiento que puede teniendo en cuenta los de los demás jugadores. De este modo, como Brasil hizo de Alemania, al renunciar al jogo bonito, al toque por encima de todo; y Alemania hizo de Brasil o más bien de España, arrogándose más cosas de la roja que de la verdeamarelha, pasó lo que pasó. Alemania humilló con la mayor de deportividad a Brasil con mucho de tiqui-taca, con el uso de pases cortos y precisos, con la búsqueda constante de espacio moviendo el balón, y manteniendo la posesión.
Lo logrado por el equipo de Joachim Löw es la demostración de que se puede romper el Equilibrio de Nash porque el jugador ha puesto en práctica, y sabe que lo hace, una estrategia que maximiza sus ganancias dadas la estrategia de los otros. Löw ha dado la vuelta a aquel fútbol alemán aguerrido, de fuerza, de presión, asfixiando al rival, táctico, pero sobre todo directo hacia el arco contrario, que se reconocen en las selecciones campeonas del Mundo de la mano de Sepp Herberger (1954), Helmut Schon (1974) y Franz Beckenbauer (1990).
Löw ha optimizado la herencia de Jürgen Klinsmann y se lleva ya a la selección los primeros frutos de Guardiola en el Bayern. Por el contrario Brasil es el fracaso en las teorías de negociación de juegos de Nash. Los brasileños han estado más preocupados en ganar el Mundial que en organizarlo. Prueba de ello es que en un país que vive por y para el fútbol la asistencia media a los estadios en los partidos de liga es más baja que en EEUU y en China. Todo lo contrario de lo que sucede en Alemania, que ha logrado llevarse a casa su cuarto Mundial, incluso pese a la estadística. Hasta ahora, ningún equipo europeo había logrado el título en los mundiales celebrados en Suramérica, y Alemania, pese al aforismo de que el fútbol es un deporte en el que juegan 22 hombres y gana Alemania, es quien más finales había perdido: cuatro.