
Mijas (Málaga), 3 jul (EFE).- En vacaciones hay predisposición a la diversión, pero siempre ayuda contar con un aliado en el hotel: un animador turístico que consiga que bailen los más tímidos, hagan gimnasia los más perezosos, los niños den un respiro a sus padres o los turistas extranjeros elaboren una digna sangría española.
Hacer la estancia de los viajeros más agradable y que se lleven un buen recuerdo de sus vacaciones, ya sea en mente o plasmado en toda clase de dispositivos y redes sociales, es uno de los objetivos del departamento de animación, que sirve de enlace entre el cliente y la dirección del establecimiento.
El animador es "la cara amable" del hotel, la persona más cercana al turista durante su estancia y aporta un valor al establecimiento que a veces no es tenido en cuenta, según ha manifestado a Efe Ignacio Gil, director general de la empresa de animación turística Acttiv, para la que trabajan en temporada alta más de seiscientas personas en España.
En la actualidad no se concibe un hotel con alta ocupación sin un equipo de animación, ya sea propio o externo, y su presencia puede ser decisiva en la elección del alojamiento y ayudar a fidelizar la clientela, ha explicado.
Además, un equipo de animadores "entrenado y atento" a las opiniones de los turistas puede actuar como un "filtro" para mejorar el producto y adaptarlo a las expectativas de los clientes.
Gil, con 25 años de experiencia en el sector, ha asegurado que si el animador es cercano y se relaciona con la mayoría de los clientes del hotel, la participación en las actividades sube, "da igual la nacionalidad".
Pero ¿es lo mismo entretener a un inglés que a un español? Gil mantiene que hay pocas variaciones, aunque como a los españoles les gusta echarse la siesta, en los hoteles donde predominan "de 15.00 a 17.30 horas no pasa nada", y las actividades nocturnas empiezan más tarde.
Además de tomar el sol, a los clientes extranjeros les gusta aprender unas nociones de español, cómo se cocinan platos típicos como el pisto o se elabora una sangría, unas clases para las que apenas hace falta motivar, pues cuentan con bastante demanda, según ha manifestado a Efe la animadora Rowina Radjkoemar.
Esta joven holandesa de 30 años, que llegó en el 2004 a España y encontró, como otros muchos chicos foráneos, una oportunidad laboral en la animación turística, trabaja actualmente en el hotel Diamond Los Amigos Beach Club de Mijas (Málaga).
Sin miedo al micrófono, esta animadora que domina cuatro idiomas y se atreve con otros tres califica de "divertido" su trabajo, que requiere "mucha energía, pero también recibe mucho de los clientes".
En verano, ha explicado, la piscina es uno de los escenarios estrella de la animación, con actividades como "Driven to fun" (Enfocado a la diversión), en la que los turistas deben competir nadando con un flotador y atravesar, sin hundirse, una pasarela flotante para encestar una pelota.
La labor de entretenimiento impregna también otros departamentos de este establecimiento malagueño, hasta el punto de que una veintena de trabajadores, entre ellos recepcionistas y camareras de pisos, se implican cada julio y agosto en un baile para animar a los clientes.
Los turistas, más reacios a participar en la coreografía, no dudan en grabar el baile con sus teléfonos móviles, y luego aplauden y felicitan al personal: "Very happy staff" (una plantilla muy contenta), dice una huésped inglesa.
María del Mar Domínguez.