Cuando la mandamás de la Reserva Federal, Janet Yellen, comparezca ante los medios, las miras estarán puestas en las proyecciones económicas que sus funcionarios manejan. No es para menos, pese a que el Comité Federal de Mercado Abierto mantendrá el ritmo de su retirada, restando otros 10.000 millones en la compra de activos, hasta los 35.000 millones mensuales, sus miembros no podrán obviar los síntomas de apatía que muestra la mayor economía del mundo.
Si el Producto Interior Bruto de EEUU se contrajo un 1%, el FMI sorprendía rebajando hasta el 2% sus predicciones de crecimiento, ocho décimas por debajo de lo anteriormente previsto. Esta situación presiona a los funcionarios de la Fed, que apuntaban que la economía se expandiría entre un 2,8 y un 3%.
A ello deberíamos sumar el nuevo repunte de la inflación, que subió en mayo un 0,4 % después del alza en el precio de los alimentos -el coste de la carne, el pollo, el pescado y los huevos alcanzó máximos históricos-. La inflación subyacente también registró una subida intermensual del 0,3%, algo que pone presión sobre la Fed si estas escaladas en los precios persisten a medio plazo.
Maury Harris, economista de UBS, afirmó en un informe que "esta última subida en los precios se alinea con nuestra expectativa de que la Fed tendrá que subir los tipos de interés en junio de 2015". Con la inflación anual a un 1,6%, la Fed tiene margen, puesto que su objetivo está en el 2%, pero en un momento en que la tasa de paro sigue cayendo más deprisa de lo previsto, debido en parte a la jubilación de los baby boomers, es otra señal más de que la economía avanza. Michael Feroli, de J.P. Morgan Chase, cree que la Fed rebajará sus previsiones de crecimiento y podría adelantarse para comenzar a encarecer el precio del dinero, algo que no debería ocurrir hasta la segunda mitad de 2015.
