
En los últimos días, hemos oído a muchísimos "expertos" decir que las cosas están mejorando, que los mercados se están estabilizando y, sobre todo, una frase que se ha convertido en un mantra: "Lo peor de la crisis ha quedado atrás". Es decir, es verdad que queda crisis por delante, que las cosas no están bien... pero ya nunca van a estar peor de lo que estaban.
Todo va a ir a mejor. Y la prueba es que vuelve a haber emisiones de deuda, que los precios de los activos de crédito se han estabilizado, que el interbancario vuelve a funcionar y que "la bolsa ha hecho suelo" (ejem).
El problema es que está visión tan estupenda (promovida, claro está, por los siemprealcistas) se contradice claramente con los últimos acontecimientos en los mercados. Por un lado, la nueva crisis en la banca de inversión que amenaza con cobrar dimensiones similares a las de Bear Stearns: Lehman Brothers. Por otro, está a punto de producirse lo que algunos consideraban el fin del mundo: la rebaja de calificación de las grandes aseguradoras de bonos en EEUU.
Ampliar capital
En lo que respecta a Lehman Brothers, la liebre la destapó la rebaja de rating con la que Standard & Poor's agració al broker junto a Merrill Lynch y Morgan Stanley. Lehman se desplomaba el 8%. Al día siguiente, el Wall Street Journal hablaba de la necesidad de una ampliación de capital urgente de 4.000 millones. Y más preocupante: el famoso gurú Jim Cramer decía que no había que preocuparse, exactamente lo mismo que dijo antes del colapso de Bear Stearns. El valor se hundía otro 9,5%. Ayer rebotó el 2,6%.
En cuanto a las famosas 'monolines' Ambac y MBIA -entidades que se dedican a prestar su rating de triple A a las emisiones de bonos de distintas entidades y empresas para rebajar su tipo de interés a cambio de una comisión, claro-, ayer Moody's no se atrevió a rebajar directamente su calificación, sino que dio un primer aviso, como en los toros: que a lo mejor podría bajarles en rating. El batacazo en bolsa fue del 17% para Ambac y del 16% para MBIA, y eso hizo girarse a la baja a Wall Street.
La iliquidez está detrás
En ambos casos nos encontramos con el mismo problema detrás: la crisis de liquidez. En el caso de Lehman, el mercado teme que entre en pérdidas en el segundo trimestre no sólo por el desastre en los mercados, sino por su incapacidad para cubrir las pérdidas en activos inmobiliarios y de crédito mediante posiciones bajistas en índices que replican dichos mercados. Pero se ha encontrado con el problema de que los índices han subido a pesar de que los activos reales que tiene en cartera se han mantenido quietos o incluso han bajado.
¿Cómo se explica esto? Pues porque en un 'credit crunch' como el actual es imposible cubrir las posiciones en activos que se han vuelto ilíquidos. Sólo puedes venderlos a cualquier precio con la consiguiente pérdida. Irónicamente, Bear Stearns era quien mejor sabía que el mayor riesgo era el caos en el mercado financiero, pero no fue capaz de tomar las posiciones necesarias para aprovecharse de él y cubrir así las pérdidas que acumulaba en su cartera. En vez de eso, pretendió cubrir sus posiciones una a una, hasta que se dio cuenta de que es imposible en un mercado sin liquidez.
Pérdida de rating
Vayamos ahora a las monolines. La pérdida de su rating significa su muerte, porque ya no podrán ejercer su negocio. Por eso, a principios de año hicieron grandes ampliaciones de capital para proteger esas calificaciones de triple A. Sin embargo, la falta de liquidez hace que no haya demanda para nuevas emisiones de bonos que garantizar, lo que les ha dejado sin negocio y sin ingresos con los que responder de sus pérdidas en las garantías que aportaron a emisiones de activos hipotecarios. Cuando su actual libro de emisiones venza, entrarán en vía muerta y desaparecerán.
Lo grave es que, aunque volviera la liquidez al mercado, ya nadie confía en la capacidad de estas entidades para garantizar una emisión, con lo cual tampoco iban a tener negocio. Y si Moody's les baja finalmente el rating, ese final se va a adelantar con las ingentes pérdidas en todas las emisiones que han garantizado y cuyo rating también bajaría automáticamente. Unas pérdidas que las llevarían casi seguramente a la quiebra.
Sin liquidez
La lección que se extrae de todo esto es que una crisis de liquidez es algo mucho más grave de lo que parece, precisamente porque vivíamos en un mundo de liquidez ilimitada para todo tipo de activos y operaciones, hasta las más disparatadas. Sin liquidez no hay posibilidad de operar normalmente, y eso significa que es imposible cubrir o compensar las pérdidas.
Y en vista de los últimos acontecimientos, la crisis de liquidez no ha remitido ni un ápice. La vida sigue igual. Y eso no es nada bueno para los inversores, en especial los siemprealcistas.