Que diversas personalidades del mundo de la banca central coincidieran este martes en pedir medidas no convencionales al Banco Central Europeo (BCE) puede ser una pista muy ilustrativa. El jueves de la semana próxima se reúnen los miembros de la entidad y los rumores de nuevos estímulos vuelven a aparecer en el horizonte.
Si hay un hecho que clarifica la situación es el cambio en la postura del Bundesbank, representado en la figura de su presidente, Jens Weidmann, quien mostró su preocupación por el riesgo de deflación al que se enfrenta la eurozona. Esta situación hace plantearse al líder de la entidad alemana la posibilidad de introducir estímulos heterodoxos para reactivar los precios. "Las medidas no convencionales en consideración suponen en gran medida un terreno inexplorado y esto hace necesaria una discusión sobre su efectividad, así como sobre sus costes y efectos secundarios", explicó en una entrevista a la agencia MNI.
La opción más clara que baraja la entidad alemana es la de situar la facilidad de depósito en tasas negativas, esto es, cobrar a la banca por guardar su dinero, aunque también valoró la posibilidad de activar un programa de compra de activos -al estilo Quantitative Easing de la Reserva Federal-, aunque matizó su visión: "Tenemos que asegurarnos de respetar la prohibición de financiar Estados". No será hasta el próximo lunes cuando se conocerá en la eurozona el dato adelantado del IPC de marzo, lo que facilitará la decisión del BCE.
El discurso a favor de adoptar nuevos estímulos monetarios fue recurrente. Jozef Makuch, miembro del Consejo de Gobierno del BCE, admitió que la entidad "está preparando medidas adicionales no estándar para evitar la deflación". Por su parte, el gobernador del Banco de Finlandia, Erkki Liikanen, se mostró partidario de situar la facilidad de depósito en negativo como impulso para la débil recuperación de la región.