Gamesa lleva una subida del 326% (sí, han leído bien, ha multiplicado su precio por más de 4) en 2013. No estamos hablando de una compañía nueva, sino de una vieja conocida del mercado, con un buen número de analistas siguiéndola desde hace años. A finales de 2012 el cuarto fabricante mundial de generadores de energía eólica se encontraba en una situación comprometida, con una caída de las nuevas instalaciones, y una estructura productiva poco eficiente. La solución fue un cambio radical del management de la compañía. Ignacio Martín, que había demostrado su valía en un sector tan competitivo y con retos tecnológicos como la industria de componentes de automóvil, aplicó sus recetas y en pocos meses formuló un plan estratégico basado en la reducción de costes y aumento de eficiencia, reducción de deuda y adaptación a un entorno de mercado duro. Está claro que el mercado de valores ha premiado esta transformación. ¿Pero qué ofrece Gamesa a un inversor que compre hoy sus acciones? Un precio sobre beneficios (PER) de 39 veces en 2013 y 22,5 en 2014, frente a una media del IBEX de 17 en 2013 y 14,3 en 2014. Y de momento, no hay dividendos.
FCC ha subido desde el 30 de Junio un 125%. No está mal para una compañía que va a presentar pérdidas en 2013. La situación de la compañía era a principios de 2013 muy delicada, sobre todo debido a su volumen de deuda, en un entorno de caída de los ingresos en su actividad principal, los servicios ciudadanos (agua, procesamiento de residuos) y también en construcción y cemento. Un nuevo equipo directivo, dirigido por Juan Béjar, tomó las riendas y acordó un plan estratégico basado en reducir costes al máximo y en vender todos aquéllos activos que no formasen parte de su negocio básico. El plan está en sus inicios de ejecución pero, de momento ha alejado el fantasma de la ampliación de capital. Una renegociación de la deuda de la compañía, inminente, permitirá ganar tiempo para ejecutar el plan. Aún así, tras las pérdidas de 2013, en 2014 y 2015 se esperan beneficios limitados: el PER estimado de 2014 se sitúa en 36 veces y en 13,5 veces para 2015. No habrá dividendos durante bastante tiempo.
Tuve la ocasión de asistir a presentaciones de ambos planes estratégicos en la primera mitad de este año. En ambos casos la impresión fue favorable respecto a la credibilidad y la competencia de los equipos directivos, especialmente de sus líderes, pero las incógnitas eran tantas que la racionalidad pudo más que la intuición y decidí no comprar. Evidentemente me equivoqué. No pretendo justificarlo. Enhorabuena para los que acertaron. Lo mejor es aprender de los errores. En este caso la conjunción de un cambio en la gestión de la empresa en la buena dirección con un cambio en las perspectivas para el país, que seguramente tocó fondo en 2013, ha sido la clave. El mercado se mueve entre el pánico y la ilusión, y en este caso tocaba ilusión. Está claro que muchos vemos una capacidad de recuperación en la economía española que va más allá de lo que los economistas incorporan hoy a sus previsiones. Y creo que es adecuado tener en cartera algunos valores que pueden parecer caros hoy, pero pueden beneficiarse de ese rebote en la actividad. Pero mantengamos siempre un mínimo de sentido común. El nivel de precios actual de estas dos acciones descuenta un futuro mucho más brillante de los que puede preverse a dos años vista. Más allá, no hay visibilidad. De ahí la presencia de esas dos famosas palabras (exuberancia irracional) en el título.