Yo fui de los niños que se emocionaron cuando Marco encontró a su madre y me sé casi entera la canción de la abeja Maya. En consecuencia, "porque el tiempo pasa sin que te des cuenta"-como asegura Bankia- necesito un plan de pensiones. Pocas campañas publicitarias como la que ha puesto en marcha el banco presidido por José Ignacio Goirigolzarri pueden concienciar tan claramente del problema evidente de que la pensión pública cubrirá cada vez menos porcentaje de los ingresos medios de un españolito.
Por aquello de que lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible, cuando de aquí a tres décadas por el envejecimiento de la población haya por cada jubilado prácticamente un trabajador en activo, la pensión pública estará muy por debajo de los ingresos medios y tendrá que ser complementada por la privada. Insisto en que lo que no es posible es imposible, igual que la Generalitat Valenciana no puede sufragar una televisión faraónica como es Canal 9, tampoco se puede hacer cargo del Valencia CF. De no haber dinero para la televisión tampoco debe haberlo para el fútbol, aunque se trate de la institución civil más importante de la Comunidad Valenciana.
La Fundación del Valencia, principal accionista del club y ente artificial articulado por la Generalitat, trasladará el problema del deudor a manos del acreedor: Bankia. El banco y la comunidad llevan meses tratando de encontrar un comprador para el cuarto club con mayores seguidores de España. Ambas entidades están condenadas a entenderse y evitar arrojar al Valencia en manos de algún inversor no deseable. La Generalitat necesita encontrar alguien que garantice la paz social y Bankia a quien asegure el pago de los intereses de la deuda. Si lo consiguen se salvarán los cromos de esa generación que ahora tiene que empezar a preparar su jubilación y tuvo uno de los más queridos del álbum en Mario Alberto Kempes.
El Matador llegó de la mano de Paseguito de Rosario Central, que sometió su salida -la más cara hasta entonces para un club argentino-, a un plebiscito entre los socios. Con los canallas ya era un goleador nato, pero con el Valencia fue dos veces pichichi y se consagró máximo goleador y mejor jugador del Mundial del 78 -en el que la Argentina de Menotti se impuso a una Holanda sin Cruyff-. Espigado, gigante, melenudo, altosetentero, zurdo, acelerador, definidor, Kempes estaba con las imágenes de un país multicolor en el que vivían la abeja Maya, Viki el Vikingo o Marco.