La sospecha de estar tocando fondo anticiparía un primer rebote sorprendente. La visibilidad de España como un país que ha cumplido con los deberes pedidos podría provocar un escenario favorable a la inversión extranjera.
En España está entrando dinero. Si para algo sirve la experiencia -léase, ser viejo- es para recordar episodios que te sorprendieron en el pasado, reconocerlos cuándo vuelven a asomar, e intentar que esta vez no te pillen con la guardia baja. El mercado español siempre se ha movido por los flujos de entrada y salida de dinero extranjero. En ocasiones anteriores, el inversor local ha solido quedarse al margen, comprando lo que ellos vendían o al revés. Esta vez me temo que no será muy diferente.
Los gestores de fondos, especialmente de los llamados long only (fondos puros de bolsa), no deciden cuándo hay que invertir. Saben que han de hacerlo. Eligen los valores que más potencial les ofrecen e invierten en ellos el dinero que los inversores finales les confían. Cuando en mi fondo entra dinero, yo, como gestor, corro a comprar acciones antes de que cierre el mercado para mantener mi cartera invertida al cien por cien; no vaya a ser que el índice siga tirando y me quede corto. El verdadero dilema es para los gestores de fondos globales o de retorno absoluto -si es que eso existe- y para los gestores de patrimonios. Ellos sí han de elegir entre quedarse en liquidez o invertir en renta fija. Y no saben a qué le temen más, si a un mercado bajista o alcista.

Pero vuelvo a lo de antes: en el fondo que gestiono, si me está permitido decirlo, está entrando dinero. Y tengo la sospecha de que una gran parte viene de fuera de España. Creo poder afirmar con poco margen de error que, en estos momentos, están volviendo a nuestro mercado inversores que llevan años fuera, sobre todo a la bolsa.
¿Es que España está muy barata? No lo parece, a juzgar por los beneficios actuales de las compañías cotizadas. Pero sí es cierto que ese nivel corresponde al fondo de una crisis de varios años y, en muchos aspectos, hemos perdido las referencias. Tanto si hablamos de tráfico de vehículos como de precios de publicidad, ocupación de hoteles, inversiones públicas... hemos caído tan bajo que la sospecha de que podamos estar tocando fondo anticiparía un primer rebote que podría ser sorprendente. Si a ello le sumamos el hecho de que la crisis del euro se da por resuelta, que España aparece a los ojos de nuestros vecinos como un país aplicado que ha hecho lo que le han pedido (recuperar competitividad, limpiar la banca, reformar el sector eléctrico) y que, pese a todo lo que ya sabemos, nuestro Gobierno goza de estabilidad parlamentaria y no hay elecciones a la vista, es normal que a más de uno le empiecen a brillar los ojos. Concluyo este comentario con el Ibex superando el 9.000 y algo de vértigo da. Aguanta Antonio -me digo-, que esto ya lo has visto antes.