
Hoy se cumple el primer aniversario de una frase que pasará a la historia del proyecto del euro. El presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, formuló las palabras mágicas que trajeron el primer suspiro de esperanza en medio de la tormenta perfecta que se estaba desarrollando sobre los mercados de los países periféricos: "Haré lo que sea necesario para salvar el euro, y créanme que será suficiente".
Esa semana la prima de riesgo española había marcado sus máximos en 638 puntos y la italiana superó los 535 puntos. Además, el Ibex 35 se había desplomado a sus mínimos de la crisis en 5.956 puntos. Una situación de caos gobernaba el mercado ante un mes de agosto que prometía ser de una volatilidad extrema. Se pasó de pensar en una hipotética ruptura del euro a valorar las consecuencias.
Pero entonces apareció Supermario, quien se ha ganado este sobrenombre a base de apariciones como la de ese 26 de julio de 2012. En una comparecencia en Londres, con la inauguración de los Juegos Olímpicos como telón de fondo, la gravedad de la situación lo obligó a tomar la palabra.
A su discurso en defensa del euro añadió que "en el momento en el que las primas de riesgo dañen el funcionamiento de los canales de transmisión de la política monetaria, ya entran en nuestro mandato". No fueron necesarias más palabras ni medidas, los mercados se relajaron.
No fue hasta septiembre cuando el presidente del BCE concretó sus planes: la creación de un programa de compra de bonos en el mercado secundario conocido como OMT (por sus siglas en inglés). Esta adquisición de deuda tendría un carácter ilimitado y se centraría en los títulos con vencimientos entre uno y tres años. El único requisito que impuso Draghi fue la necesidad de que el país solicitara formalmente el rescate a Bruselas.
Meses después, el líder de la institución calificaría este programa como uno de los más exitosos de todos los que ha puesto en marcha el BCE, ya que sin tener que emplear un solo euro consiguió superar la mayor crisis sufrida.
Ningún país europeo ha pedido el rescate desde entonces, por lo que no ha sido necesario activar la compra de deuda del BCE; sin embargo, la barrera psicológica que creó Draghi al apostar todas sus fichas por la continuidad del euro, fue suficiente para despejar las dudas.
Fragmentación
Supermario evitó la ruptura del euro, pero por ahora no ha conseguido acabar con la fragmentación de los mercados de financiación de los países. Los Estados de los países periféricos y sus compañías tienen que pagar una prima importante para conseguir liquidez en el mercado por encima de lo que pagan, por ejemplo, Alemania o Francia.
Para luchar contra esta fragmentación y enfrentarse a la crisis económica europea, el BCE rebajó sus tipos de interés hasta el mínimo histórico del 0,5% el pasado 2 de mayo. También ha situado la facilidad de depósito -cuenta que permite a la banca europea depositar su exceso de liquidez a un día- sin remuneración, esto es, en el 0%, con el objetivo de movilizar los más de 350.000 millones de euros que las entidades aparcaban aquí cada mes en julio de 2012. Actualmente esta cuenta recibe un montante casi cinco veces menor.
Finalmente, el pasado 4 de julio, Mario Draghi volvía a hacer historia al marcar una hoja de ruta para la política monetaria de la institución, algo que nunca había ocurrido. El camino marcado pasa por mantener los tipos "en estos niveles, o incluso inferiores por un periodo de tiempo prolongado". Puede que no llegue a rebajarlos nunca, pero Supermario ha sido capaz, una vez más, de transmitir calma al mercado sin poner ninguna medida concreta.