Tomás Alvarez.
Madrid, 29 jul (EFECOM).- El libro es una auténtica "estrella" de la exportación española y su trascendencia va mucho más allá de los datos del anuario de comercio exterior del libro, presentado a los medios de comunicación esta misma semana.
Unas líneas básicas nos acercan a la trascendencia del sector editorial para la economía española:
Sólo Estados Unidos, Inglaterra y Alemania están por delante de España en el ranking mundial de exportación de libros.
El volumen de títulos exportados asciende a 128.000, lo que evidencia la riqueza y variedad de la producción.
El libro, y afines -revistas y fascículos- ocupa el décimo puesto entre los productos que más se exportan desde este país.
La pujanza de la industria editorial española es tal que se ha insertado plenamente en los procesos de globalización y hoy funcionan en el exterior 180 entidades dependientes de aquella, que son palancas activas del sector, y que generan un notable valor añadido que retorna al país por la vía de "venta de servicios".
El anuario del comercio exterior del libro presenta unas exportaciones por valor de 452 millones de euros en el 2005, con una bajada del cinco por ciento respecto al año precedente; frente a unas importaciones por 86 millones de euros, un 33 por ciento por debajo también de la cifra del año anterior.
El saldo, favorable a España, es de 365 millones de Euros, un 5,7 por ciento más que en el 2004.
Pero estas cifras no muestran sino parcialmente la realidad económica del libro, porque ésta es sumamente cambiante. Si antaño el libro se imprimía en España y se vendía en todo el mundo, ahora el negocio evoluciona en otro sentido: la propia industria editorial de matriz hispana tiene sedes en multitud de países, e imprime el libro fuera, con lo que el negocio de la editorial retorna a través de otros derechos y beneficios.
Tomemos un caso. Estados Unidos, por ejemplo, importa 300 millones de euros en libros en español, pero de hecho sólo 30 millones llegan desde España. La realidad es que de los 270 millones restantes proceden de Chile, Argentina o México, y en muchos casos de entidades o delegaciones de editoriales españolas ubicadas en esos países, con lo que buena parte de los respectivos royalties acaban recayendo en España, como venta de servicios
Cuando el lector llega a una librería y ve un inmenso volumen de autores extranjeros cuyos libros ocupan la lista de los más vendidos, podría pensar que esto genera unos cuantiosos derechos de autor que harán negativa la balanza española en este rubro. No ocurre así: la presencia de española en el resto del mundo hace que la balanza sea cada vez más positiva para los autores hispanos. De hecho, el saldo positivo alcanzó los 40 millones de euros en el 2005.
Aparte de la exportación material de libros -que ya genera por su cuenta un amplio superavit- se calculaba que en 1997 por venta de servicios (derechos, maquetaciones, etc.) retornaban a España otros 400 millones de euros; los expertos calculan que en el año pasado la cifra estaría en torno a los 1000 millones.
La globalización económica hace que el negocio editorial varíe. Es posible que puedan perder competitividad las imprentas españolas. Si la National Geografic en francés e ingles se hacía hasta fechas recientes en territorio español, ese contrato se ha ido hacia Europa del Este. Paralelamente, muchos libros infantiles, de esos que llevan complejidades, figuritas de papel o mano de obra abundante, aún siendo de una editorial española, se están haciendo en China, por la misma razón de costes.
Parecería que este capítulo de los costes va en contra del interés español, pero la industria cultural se va acoplando a los nuevos tiempos y permite que la cifra de ingresos generada para las arcas españolas siga creciendo, aunque se estanquen los ingresos por la venta física del producto hecho en el país. Son nuevos tiempos, nuevas formas de negocio. EFECOM
tad/cg