
Las medidas expansivas de los bancos centrales de EEUU y Japón, la ralentización del crecimiento en China o Brasil, junto con la aparición de nuevos riesgos ensombrecen a una clase de inversión con derecho a un lugar en la cartera. Los expertos recomiendan ser cada vez más selectivos y estudiar con detalle las dinámicas que guían a cada región.
En el nº 5 de Inversión a Fondo analizamos la situación del grupo de países que más señales de preocupación están dando en estos momentos: las naciones en vías de desarrollo, entre las que se encuentran el famoso grupo de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China). En el número de junio también tendrán cabida la banca española -sólo apta para los más especuladores-, los bonos ligados a la inflación o cómo reconstruir la cartera tras el desbarajuste de las últimas semanas. A continuación, reproducimos un fragmento del análisis sobre países emergentes.
Hambre para hoy, pan para mañana
Después de haber sido la gran esperanza durante los últimos cinco años, ahora que las Abenomics de Japón han inundado los mercados de yenes, y que la Reserva Federal pretende cerrar la manguera con la que ha regado al mundo de dólares en este tiempo, ya nadie quiere invertir en emergentes. Tampoco ayuda el hecho de que uno de los gigantes BRIC, China, esté creciendo a un ritmo inferior al de años anteriores. Ni que su banco central esté haciendo esfuerzos ímprobos por controlar la divisa -el yuan sólo puede cotizar dentro de una banda de precios prefijada, y marca máximos de 20 años contra el dólar-; pero no es la única señal alarmante, pues la economía china ha estado dando muestras de riesgo de credit crunch. "Para dar una idea de lo ambiguo que resulta el actual panorama económico puede ser suficiente mencionar que el índice de gestores de compras de HSBC apunta a un leve debilitamiento, mientras que el índice oficial de Pekín señala todavía una ligera expansión" explica el equipo de la gestora Raiffeisen, que denuncia "los indicios cada vez más fuertes de que las cifras de exportación estatales están sumamente distorsionadas". El resto de los BRIC tampoco ha ido a la zaga: India está creciendo al menor ritmo en una década, Rusia sufre por su alta dependencia de las materias primas energéticas y Brasil, que suma su tercer año con su PIB en retroceso, ha decepcionado en varios frentes, y así lo demuestran sus datos macroeconómicos, en los que la caída del consumo interno sigue siendo la mayor fuente de preocupación.
A este contexto se le debe añadir la vuelta de las protestas a las calles. Resultan significativas en un país donde las manifestaciones no son habituales, pero Brasil -donde el detonante ha sido la Copa Confederaciones- no ha sido el único emergente que ha sufrido en bolsa las reivindicaciones ciudadanas; para muestra, los disturbios que se están desarrollando en Turquía, y que provocaron que el principal indicador del país sufriera su mayor caída en un día de la última década, un 10,47%, en contraste con 2012, un año magnífico en el que las agencias de rating devolvieron al país que preside Erdogan al grado de inversión y que terminó con el ISE 100 como el mejor indicador de Europa al subir un 52,55%. Varias de las fuentes consultadas han hecho hincapié en evitar esos mercados que tanto han subido en 2012. "Incluso en países como Tailandia o Filipinas, donde hasta ahora la renta variable había estado subiendo casi inalterablemente y batiendo un récord tras otro, las cotizaciones acusaron un retroceso y los inversores internacionales retiraron capital de esos mercados", indican desde Raiffeisen.
Estos últimos acontecimientos implican riesgos añadidos, políticos, en medio del fuego cruzado de los bancos centrales. "El problema es que con la confusión que está viniendo desde la Fed y China se están correlacionando los mercados y es muy difícil encontrar a uno que lo haga distinto", explica Benjamin Melman, de Edmond de Rothschild.
En este lustro ha dado tiempo a hacer tres constataciones: la primera, que el crecimiento económico no necesariamente se traslada a los fundamentales de las compañías. La segunda, que no se pueden tomar las regiones emergentes como una masa homogénea, pues los factores de crecimiento son muy diferentes: en Latinoamérica destacan la riqueza en commodities, el bajo endeudamiento de las familias y la mejora de los mercados de renta fija; Asia está viviendo un fenómeno demográfico en el que las nuevas generaciones están accediendo a las clases medias y a los productos de consumo, además de que muchas de sus empresas, especialmente las del segmento tecnológico, son líderes competitivos. En África se da la conjunción de un perfil demográfico favorable con la mejora de las condiciones económicas, la apertura de las empresas -muchas podrían empezar a entregar dividendo- y la presencia de petróleo en toda la región.
La tercera lección es que la llegada de personal formado en países occidentales ha permitido mejorar las políticas de gobierno corporativo y auditoría, como resaltan desde Banca March, un hecho positivo porque permite a estas empresas ser más transparentes y confiables. Expertos de Fidelity calculan que la diferencia de rentabilidad entre las empresas que más han mejorado su gobierno corporativo y las que más lo han empeorado es del 36%. "En emergentes, hay que fijarse en el crecimiento de beneficios de las compañías porque mayores crecimientos de PIB no aseguran mayor crecimiento de beneficios a nivel de índice", resume Óscar del Diego, de Ibercaja Inversión.