
En el universo financiero, cada día tiene su afán. No hay dos jornadas iguales, como tampoco evolucionan de forma idéntica los factores que influyen en ellos. Esta realidad no se ha visto afectada por la crisis financiera, faltaría más, pero sí resulta cierto que las turbulencias están dejando una profunda huella en la forma de actuar de los mercados.
Una vez que los inversores han ido asumiendo la complejidad de la situación, su comportamiento ha tendido a describir unas pautas similares en función de las circunstancias. Como si se tratara de un engranaje perfecto, unos mercados se han ensamblado con otros hasta formar un sistema compacto que se mueve en un sentido u otro en función de la incertidumbre existente.
Secuencias repetidas
Ha sido así como han surgido unas secuencias que, como las del genoma, se repiten una y otra vez y contienen una información de sustancial importancia para desenvolverse mejor en un panorama financiero tan incierto como el actual, sobre todo para aquellos inversores que quieran sacar partido de esa inestabilidad con rápidas entradas y salidas en los mercados -trading-.
Para activarse, estos mecanismos precisan de uno o varios detonantes. Así, cuando surge un dato preocupante, se pone en marcha la secuencia bursátil bajista, marcada por el éxodo de los inversores hacia activos más seguros. El impacto es claro: el menor apetito por el riesgo se refleja en las subidas de los diferenciales de crédito, las apreciaciones del yen japonés y el franco suizo, la bajada del dólar, los repuntes del petróleo y el oro, las caídas bursátiles y el incremento de la inestabilidad.
Un ejemplo de esta realidad se apreció el pasado miércoles. Ese día amaneció con la confirmación de que la Reserva Federal atisba el riesgo de recesión en Estados Unidos, una amenaza a la que se añadió la brusca caída de las reservas norteamericanas de crudo.
¿Cómo se saldó la sesión? Como era previsible según la secuencia bajista: los diferenciales de crédito -el Itraxx europeo a 5 años- aumentaron un 3,7 por ciento; el yen y el franco se revalorizaron un 0,8 y un 1,2 por ciento, respectivamente, frente a un dólar que también bajó un 0,75 por ciento contra el euro; el petróleo y el oro repuntaron un 2 por ciento; el Ibex 35 cayó un 1,17 por ciento; y el índice de volatilidad VIX subió un 2 por ciento.
Apetito por el riesgo
Estos efectos se invierten cuando se impone la secuencia alcista, algo que ocurre cuando desciende la incertidumbre. En ese instante, el apetito por el riesgo vuelve, para alegría de las bolsas y del dólar, principalmente. ¿Un ejemplo? Sí, el 1 de abril se conoció un dato de actividad empresarial en EEUU mejor de lo previsto.
Como resultado, el Ibex subió un 3,24 por ciento; el euro, el yen y el franco bajaron entre un 1 y un 2 por ciento frente al dólar; el crudo cedió un 0,15 por ciento; el oro, un 2,1 por ciento; el VIX cayó un 11,4 por ciento; y los diferenciales de crédito se estrecharon un 5,3 por ciento.