Bolsa, mercados y cotizaciones

La economía del dragón rojo da más síntomas de fatiga de lo esperado

Por todos es sabido que cuando la economía estadounidense estornuda el resto del mundo se constipa, pero cuando China comienza a registrar signos de flaqueza, el planeta siente un escalofrío y se echa a temblar. El gigante asiático mostró los primeros síntomas de agotamiento después de experimentar una expansión de su Producto Interior Bruto (PIB) del 7,7% durante el primer trimestre del año.

Una cifra que pone contra las cuerdas al nuevo gobierno de Pekín a la hora de imponer nuevas reformas para evitar el temido aterrizaje forzoso de la segunda economía más grande del planeta.

La decepción a ambos lados del globo fue absoluta. Los expertos esperaban que el PIB chino creciera un 8% en los tres primeros meses de 2013, después del bajón del último trimestre del año pasado en el que se expandió a un ritmo del 7,9%. Desde el Buró Nacional de Estadísticas de China, su portavoz, Sheng Laiyun, enumeró una larga serie de razones para justificar los decepcionantes resultados. Entre ellos la crisis europea, el alicaído crecimiento en Estados Unidos y, como no, los propios problemas internos dentro del país asiático, donde las autoridades luchan por frenar la especulación inmobiliaria.

"El nuevo gobierno se ha concentrado más en el aumento de la calidad del crecimiento económico", aseguró al mismo tiempo que intentó quitar hierro al asunto al afirmar que la tasa de crecimiento del 7,7% registrada en el primer trimestre "no es baja dada la situación mundial y nacional" y además será buena para "la reestructuración de las empresas y la modernización industrial".

Sin embargo, el mal trago llegó aderezado por unos datos de inversión también decepcionantes, mientras que las cifras de producción industrial correspondientes al mes de marzo, que con hasta el 8,9% interanual frente al 9,9% registrado en febrero, mostraron que el crecimiento de la producción fabril se desplomó hasta alcanzar su nivel más bajo desde agosto de 2012, cuando el miedo a un aterrizaje de emergencia de la economía china se convirtió en la comidilla mundial.

De nuevo, la historia se repite. Tampoco hay que pasar por alto que las ventas minoristas dejaron fríos a los expertos, con un crecimiento del 12,6% interanual durante el mes pasado, lo que pone de manifiesto que los hogares chinos están reaccionando de forma excesivamente lenta a la hora de apoyar la meta del gobierno de aumentar el consumo interno.

"Los cambios y reformas se están llevando a cabo de forma muy pausada" dijo desde Nueva York, el economista Nouriel Roubini, presidente de la consultora Roubini Global Economics (RGE, por sus siglas en inglés). "Todavía existe una clara posibilidad de un aterrizaje duro para la economía china", reconoció durante una conferencia telefónica con sus clientes. Desde su punto de vista, pese a que el nuevo gobierno del presidente Xi Jinping está dispuesto a cambiar la base del crecimiento en China desde las exportaciones al aumento de la demanda interna, "sólo nos encontramos en los primeros pasos de este proceso", matizó Roubini.

El economista y profesor de la Universidad de Nueva York, no cambió sus previsiones para el gigante asiático, que podría crecer un 6,5% el año que viene y caer "incluso por debajo de dicha marca en los próximos años", advirtió. "China no puede depender de las exportaciones como su potencial de crecimiento", explicó mientras apuntó que con una población de 1.300 millones de ciudadanos "existe espacio más que necesario para aumentar la demanda interna". Al fin y al cabo, el sector servicios del gigante asiático respecto a su PIB es un 10% más pequeño que en países con niveles de crecimiento similares.

Desde RGE creen que las administraciones locales se enfrentarán a condiciones crediticias mucho más restrictivas, producto de las nuevas medidas macroprudenciales sobre la financiación de préstamos, por lo que dejarán de invertir en proyectos de infraestructuras.

La guinda a esta amarga píldora llegará de manos del Banco Popular de China que, según Roubini, no tiene intención de aliviar las condiciones monetarias a mediados de año, como lo hizo en 2012, para apuntalar el crecimiento. Dicho esto, no hay que pasar por alto que Pekín ha inyectado enormes cantidades de liquidez a su economía. De hecho, la semana pasada, los bancos chinos otorgaron cerca de 171.000 millones de dólares en préstamos durante el mes de marzo, casi el doble que en febrero y muy por encima de las expectativas, a pesar de la presión del banco central chino.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky