Primero fue la intuición de que algo pasaba por el oro; la del gurú George Soros, por ejemplo, que empezó a deshacer posiciones en 2011 (al contrario de otros gurús como John Paulson, que ese mismo año afirmó que el metal tocaría los 4.000 dólares por onza en 3 ó 5 años).
Ahora llega la confirmación de la mano de Goldman Sachs: sus expertos han rebajado sus previsiones sobre el activo refugio por excelencia para este año y para el que viene.
Concretamente, el banco ahora estima que el activo llegará a tocar los 1.545 dólares, frente a los 1.610 dólares que estimaba anteriormente. Lo más llamativo es que ha recortado hasta los 1.350 dólares por onza su estimación para 2014, frente a los 1.490 dólares establecidos previamente.
No queda ahí la cosa, pues afinando más, desde Goldman Sachs sitúan la onza en 1.450 dólares al cierre del ejercicio, y estiman que el cierre de 2014 podría ubicarse en los 1.270 dólares. Teniendo en cuenta que el oro empezó el año en 1.675,8 dólares - se movía en los 1.569,5 dólares, cayendo un 1%- según el banco cerrará 2013 con pérdidas del 13,5%, y 2014 cediendo ¡otro 12,41%!
Estas cifras ponen sobre el papel el fin de la racha alcista de doce años del metal. La segunda, extraída del informe del banco, "que la idea de agarrarse al oro se está frenando rápidamente". Es decir, que ha abandonado definitivamente su rol de refugio, para engrosar la lista de activos de riesgo. Prueba de ello es que apenas le ha impulsado el rescate de Chipre.