Bolsa, mercados y cotizaciones

La inflación se ha globalizado y alcanza máximos de la última década

La gran pregunta es si los precios se moderarán con el frenazo económico o si ha vuelto la estanflación. Ayer, Jean-Claude Trichet, presidente del BCE, lo dejó meridianamente claro: cómo va a bajar tipos con la inflación al 3,5%, por mucho que se lo pidan países con la economía en caída libre como España o Irlanda. Ahí está el quid de la cuestión: la inflación ha vuelto después de años de estabilidad de precios. Y no es un fenómeno puntual de algunos países; es una subida de precios global.

El mundo se había acostumbrado a esa estabilidad y a los tipos bajos, hasta el punto de que muchos pensaban que era algo estructural. La globalización, la competencia a escala mundial, la caída de las barreras proteccionistas, la deslocalización de la producción, la inundación de productos baratos chinos en occidente… Sin olvidarnos del éxito en la gestión del escenario del mítico ex presidente de la Fed Alan Greenspan y del fallecido Wim Duisenberg, primer presidente del BCE y heredero de la tradición de ortodoxia monetaria del Bundesbank alemán.

Estallido de la burbuja tecnológica

Pero, como nos enseñó duramente el estallido de la burbuja tecnológica, hay que desconfiar de las nuevas eras y paradigmas. La inflación vuelve a golpear con fuerza y alcanzará el 2,6% en los países de la OCDE, su tasa más alta desde 1995, según el Fondo Monetario Internacional. En EEUU, el IPC alcanzó el 4% en febrero, mientras que en la zona euro anda ya por el 3,5% (de España mejor no hablamos).

Aunque hay factores locales que explican el repunte inflacionista en algunos países, la causa principal es la espiral alcista de los alimentos en todo el mundo. Eso es lo que convierte a este fenómeno en global y lo que le hace más temible. Según el Banco Mundial, los alimentos han subido el 83% en los tres últimos años, lo que está provocando grandes problemas y disturbios en los países en vías de desarrollo.

La demanda de biocombustibles

A estas alturas, todos sabemos dónde está la causa de esta escalada: la subida explosiva de los cereales por culpa de su demanda para la producción de biocombustibles, producción alentada y subvencionada por todos los gobiernos para combatir el cambio climático y, más importante, para reducir su dependencia de un petróleo a 110 dólares. Precisamente, el alza estratosférica del crudo en los últimos años es un factor inflacionista de primera magnitud; de hecho, siempre que ha habido explosiones inflacionistas globales como la actual, ha sido culpa del petróleo (como 1973 ó 1979).

La debilidad del dólar es otra de las causas, puesto que no sólo hace subir los precios de las importaciones en EEUU, sino que exporta inflación a la docena de países con su divisa ligada al dólar, empezando por Hong Kong. Tampoco hay que olvidar los excesos de liquidez alentados por unos tipos extremadamente bajos que han llevado a la actual crisis de crédito, y que en teoría buscaban evitar la deflación.

Desarrollo de países emergentes

Finalmente, la globalización se nos ha vuelto en contra: el desarrollo de los países emergentes ha disparado su consumo interno y, con él, los precios en esos países, que a su vez se trasladan a los desarrollados a través de las importaciones.

Este asunto no es uno más de la agenda de los mercados, sino el gran tema económicos de los próximos años. Seguramente, más importante que una recesión puntual en EEUU en los próximos trimestres (salvo que no sea puntual, claro). Precisamente, el peligro de recesión ha forzado a la Fed de Bernanke a hacer justo lo contrario de lo que manda la ortodoxia en tiempos de fuerte inflación: bajar agresivamente los tipos de interés. De momento, el BCE ha resistido los cantos de sirena (es verdad que aquí la economía no está tan mal… por ahora) y se mantiene firme.

¿La recesión acabará con la inflación?

¿Qué puede pasar en esta situación? Los bancos centrales, en especial una Fed que ha quemado sus naves, esperan que la ralentización económica en EEUU y Europa reduzca las presiones inflacionistas globalmente, especialmente cuando las propias economías emergentes empiecen a sufrir el contagio de la crisis. Hay analistas que predicen fuertes desplomes de las materias primas porque opinan que sus precios actuales no están justificados por la demanda real. Y, en algún momento, Bernanke dejará de bajar tipos, lo que frenará el hundimiento del dólar.

Aunque es verdad que la inflación suele bajar en las recesiones por la caída de la demanda, este viejo paradigma keynesiano ya saltó por los aires con las crisis del petróleo de los años 70, cuando se acuñó un nombre para un nuevo fenómeno: la estanflación. Precisamente, la quiebra de este paradigma fue lo que desembocó en la revolución liberal de Reagan y Thatcher los 80 y en la adopción del paradigma monetarista que, más o menos, sigue vigente en la actualidad.

¿Estamos ahora en una situación similar? Es verdad que tenemos una nueva crisis del petróleo (más grave que las anteriores y extendida a todas las materias primas) y que hay elementos de oferta que la justifican al margen de la marcha de la economía. Si es verdad que EEUU ya ha entrado en recesión, tenemos que ver un descenso del IC en los próximos meses… o debemos prepararnos para lo peor.

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