La entrada de capital en los fondos de inversión durante el mes de enero deja ver una mínima salida de la crisis.
Desde que empezó la crisis expertos de todo tipo han tratado de abordar el tema de la recuperación económica en Europa. Brotes verdes, o luz al final del túnel, han sido tópicos utilizados en este tiempo a raíz de suposiciones incorrectas, datos erróneos o mal percibidos.
Sin embargo, las sensaciones vividas en el inicio de 2013 dejan entrever un cúmulo de circunstancias que pueden suponer una remisión de la crisis en la eurozona. Así es como lo ven desde Morningstar.
Buenos indicios
Según uno de los últimos informes de este proveedor, las alzas registradas desde enero por los principales selectivos mundiales, el descenso de la volatilidad y la tranquilidad en el mercado de bonos son indicios de que la situación empieza a virar. Todo ello se ha dejado sentir en el mercado de fondos. Estos vehículos de inversión registraron un récord de entradas de capital a lo largo de enero, al acumular un ingreso de 45.700 millones de euros.
Pero este hecho no refleja un oasis aislado, sino que se trata de la culminación de una tendencia que, como informan desde Morningstar, tiene cierta continuidad desde septiembre de 2012. Desde ese momento se dejó sentir en el mercado una mayor demanda de productos con mayor riesgo en detrimento de otros que disponen de un mejor rating por parte de las agencias de calificación, a pesar de que son numerosos los analistas que opinan que otro debilitamiento de la economía europea puede ser posible.
Así, los mercados emergentes parecen ser los más beneficiados de este proceso, al acumular entradas de capital por valor de 4,4 millones de euros.
La cara opuesta de la moneda
En este caso Gran Bretaña se encuentra en el lado negativo. No en vano, según el mismo informe de Morningstar, los inversores han empezado a mostrar ciertas reticencias a entrar en fondos garantizados con base en el país anglosajón.
Y, según advierten los expertos de la gestora, esta tendencia podría verse agravada en caso de que la economía británica continuara debilitándose en los próximos meses. Y es que no hay que olvidar que el rendimiento del bono inglés a diez años (gilt) ha registrado un repunte superior al 10% desde que dio comienzo el ejercicio, llegando a ofrecer una rentabilidad cercana al 2,6%.
Además, este proceso está acompañado por una depreciación de la libra frente a sus diez cruces más cotizados, algo que es fruto de la política monetaria expansiva llevada a cabo por el Banco Central de Inglaterra.