Los Reyes han sido más generosos que Santa Claus. Los mercados han comenzado 2013 con euforia y la mayoría de los índices principales de Europa y EEUU atacan -algunos con éxito- los máximos del año pasado o de 2011. Lo mismo cabe decir de nuestra cartera de valores europeos y norteamericanos. Eso es esperanzador para el año pero hay que tomárselo con cautela.
Es verdad que los últimos datos económicos han sido en general mejores de lo esperado. Diciembre no fue tan malo para la economía mundial, cuando los economistas temían cierta inercia por el impacto del huracán Sandy en el crecimiento global. No obstante, los dos grandes acontecimientos de la semana pasada fueron el acuerdo fiscal en EEUU y la publicación de las actas de la Fed. Y ambos nos dejaron un sentimiento agridulce.
Sí, tenemos un acuerdo y EEUU no se precipitará al abismo. Pero dicho acuerdo, tal como está, es preocupante para las bolsas. Washington sigue siendo un caos y un motivo de preocupación para los próximos meses. Los impuestos suben y frenarán el gasto de consumo a corto plazo. Y habrá más recortes en los dos próximos meses, lo que difícilmente es una buena noticia. Las actas de la Fed tampoco fueron muy alentadoras ya que algunos gobernadores creen que la Reserva federal puede tener que dejar de comprar bonos a finales de 2013. Fue el primer ataque serio al consenso que espera un 'Quantitative Easing' (QE), sino indefinido, al menos hasta 2015 como mínimo.
Entonces, ¿por qué ha subido el mercado? La respuesta tiene más que ver con la percepción que con el análisis. Un mal acuerdo fiscal -sin importar sus consecuencias económicas- es mejor que ningún acuerdo porque los riesgos globales se reducen. Y menos QE tampoco es tan malo si significa menos apoyo para los bonos, caída de sus precios (como las que hemos visto la semana pasada) y una salida de dinero hacia la bolsa y las materias primas.
Ya lo dicen abiertamente algunos economistas: 2013 puede ser el año que obligue a los inversores a enfrentarse a la realidad de mantener activos que pagan tipos reales negativos. Eso es malo para los bonos (caros) y bueno para las bolsas (baratas). Añadamos que los economistas esperan una mejora del crecimiento de este año, y podemos entender el optimismo de los inversores.
Perfecto de momento, así que disfrutemos de nuestra cartera. Pero cuidado con los contratiempos. En las tres últimas semanas, hemos recordado que no hay que ver nuestra elevada exposición a la bolsa como una barra libre de 'crecimiento para siempre'. El rally histórico que comenzó en 2009 está madurando y eso hace a las bolsas más vulnerables a acontecimientos inesperados. Uno es un nuevo incremento del riesgo político en Europa o EEUU si el crecimiento decepciona. Otro puede venir de unos decepcionantes resultados empresariales en 2013 -lo que hemos llamado el abismo de los beneficios- dadas las previsiones estratosféricas de los analistas.
La visión general es que las bolsas están lo suficientemente baratas para superar estos riesgos. No está tan claro si las miramos a largo plazo. Como dijo el famoso inversor John Templeton, "las tendencias alcistas aparecen cuando el pesimismo es extremo, crecen cuando hay escepticismo, maduran con el optimismo y mueren en la euforia". Todavía, no hemos caído en situaciones extremas según los datos de sentimiento de los inversores. Pero un enero demasiado fuerte podría traer más dudas que esperanzas para el resto del año.