No seremos nosotros los que le quitemos gravedad a la crisis financiera actual. Pero igual que era irracional negar su importancia hace unos meses, tampoco tiene sentido empeñarse en que viene el apocalipsis y no hacer caso a las señales de mejora. Porque no todo está tan mal en los mercados de crédito de EEUU, que es donde está la madre del cordero.
Ayer, los brokers de Wall Street estuvieron menos ansiosos de lo que se esperaba para acudir a la primera subasta de liquidez abierta para estas entidades, que podían cambiar sus activos contaminados por letras del Tesoro de buena calidad. Los 'dealers' demandaron sólo 86.100 millones de dólares para una oferta de 75.000 millones de títulos a 28 días: eso significa un ratio de demanda respecto a la oferta de 1,15, lo cual es muy reducido.
Activos tóxicos
Estas subastas son distintas de otros programas que también ha creado recientemente la Fed para inyectar liquidez en el sistema. En vez de conseguir liquidez, las entidades reciben bonos en estas subastas. Con estos bonos, los 'dealers' pueden acudir al mercado de repos (liquidez con devolución posterior), cuyo tamaño es de 4,5 billones de dólares, y prestar al Gobierno estos bonos a cambio de liquidez a plazos cortos. Al quitar activos tóxicos temporalmente de los libros de los bancos y darles a cambio deuda del Tesoro, la Fed espera estimular los préstamos entre instituciones, y descongelar así el mercado de crédito.
Las supuestas prisas de unas entidades desesperadas en busca de liquidez no se evidenciaron en la subasta de ayer. O, al menos, no tenían necesidad de quitarse activos contaminados en unas cantidades superiores a las ofrecidas por la Fed. Además, la comisión pagada por los dealers a cambio de estos préstamos fue de sólo el 0,33%, 8 puntos básicos por encima del mínimo. Una prima que refleja una operativa norma, nada más. Lo cual es una gran noticia para los mercados de crédito… y para Wall Street.