La tendencia de pagar a los accionistas mediante el 'scrip dividend' y el repunte en el interés de los depósitos acorta la distancia entre el rendimiento previsible y seguro.
Quién se lo iba a decir a los depósitos! Esos que durante más de un año han sido los grandes perjudicados por la normativa que impedía a la banca ofrecer elevadas rentabilidades y que ahora se han convertido en un peso pesado entre todos los instrumentos financieros. Un mes ha sido suficiente para que su rentabilidad media a 12 meses repunte hasta ser la más alta del último año y medio, ni más ni menos que un 3,2 por ciento. Muy por encima de lo que ofrecen las letras, cuyos intereses han menguado desde que el mercado descuenta que España pedirá ayuda inminente a Europa. De hecho, las letras han dejado de ser la principal referencia con la que medir el rendimiento de los depósitos bancarios.
Ahora hay que mirar hacia la rentabilidad por dividendo de la bolsa española que, aunque todavía es superior, tiende a disminuir inexorablemente debido a la tendencia desatada entre las cotizadas de pagar su retribución con acciones en vez de con efectivo, lo que se traduce en un aumento de los títulos en circulación y por tanto en un recorte del beneficio por acción para los accionistas, algo por otra parte lógico.
Se suele decir que los números no engañan, pero a veces aportan una visión incompleta de la realidad. Un ejemplo es lo que sucede con la rentabilidad por dividendo que ofrece la bolsa española. Y es que según las estimaciones que realizan los analistas, el interés de los pagos que realizarán las cotizadas que del Ibex 35 este año será del 5,07 por ciento -casi dos puntos más de lo que brindan los depósitos-. A simple vista, no hace falta aclarar quién sale victorioso en la comparación.
Sin embargo, las apariencias engañan. Y en este caso es así porque las previsiones de los expertos aún no distinguen qué parte se remunera en efectivo y qué parte en acciones, más conocido como scrip dividend.
Esta práctica, que tiene un efecto de dilución en el inversor, se extiende cada vez más entre las empresas españolas gracias a las ventajas que les otorga, como son poder retener su efectivo en caja y la posibilidad de mantener una remuneración constante pese a que los beneficios caigan a consecuencia de los estragos que la situación económica provoca en sus balances. Su auge es tal, que cada vez es más difícil encontrar pagos que se efectúen sólo en metálico.
'Efecto Telefónica'
Ni siquiera las grandes cotizadas de la bolsa española rehúsan a utilizar este cartucho. Otras, aunque por el momento no lo usen, no consiguen escapar de la sospecha. Y si no que le pregunten a Telefónica.
La retribución de la teleco ha estado envuelta de polémica desde el año pasado, cuando todas las voces sonaban al unísono para afirmar que el deterioro en los resultados de la compañía hacía inviable su alto compromiso de retribución con el accionista. Y poco a poco, esas voces se transformaron en una dura realidad. A finales de 2011, la empresa que dirige César Alierta anunciaba un recorte en su dividendo para este año en el que, por primera vez, dejaba caer la posibilidad de remunerar una parte del compromiso adquirido mediante acciones, decisión que anunciaba unos meses después al confirmar un pago de 0,9 euros por este sistema de los 1,5 euros comprometidos. Sin embargo, ningún accionista pudo asistir al desenlace porque este verano Telefónica anunció la supresión de su dividendo para todo 2012.
En cualquier caso, su decisión marcó un antes y un después en la rentabilidad por dividendo media de la bolsa española esperada para este año. De hecho, antes de que Telefónica sucumbiera a tomar esa medida sin precedentes, el rendimiento medio del Ibex superaba incluso el 8 por ciento. Sin embargo, tras su decisión cayó en picado hasta el 6 por ciento (ver gráfico).
Aún quedan supervivientes
Aunque cada vez hay que rebuscar más, todavía quedan valores en el Ibex 35 que remuneran a sus accionistas únicamente en efectivo sin que eso signifique renunciar a suculentas rentabilidades.
Si sólo tenemos en cuenta las compañías que pagan en metálico, dos de las pequeñas joyas de la corona en cuanto a que sus retribuciones son las más jugosas de toda la bolsa española son las que ofrecen FCC y BME. El redimiento que supone el pago de la primera -un 10 por ciento- casi triplica lo que ofrecen los mejores depósitos -un 4 por ciento-.
No obstante, conviene valorar otros aspectos antes de dejarse seducir por estas cifras, como puede ser la sostenibilidad de su retribución. Y en este sentido, no hay que perder de vista los abultados compromisos financieros que acumula la constructora -que porta una clara recomendación de venta-, ya que el consenso de mercado recogido por FactSet estima que cerrará el ejercicio con una deuda neta de 6.139 millones de euros -una cifra que no tenderá a reducirse en los próximos años-.
No sucede lo mismo con BME -su pago rinde un 9,7 por ciento-. Las previsiones apuntan a que la gestora, a diferencia de la anterior, cerrará el año con una caja de 294 millones de euros. Y a eso, hay que añadir una sólida evolución en sus beneficios, aunque este año se verán perjudicados por la caída de volumen de negociación a la que asiste la bolsa española tras el veto a las posiciones cortas y por la llegada de la tasa sobre las trasacciones financieras. De hecho, los analistas prevén que BME reduzca sus ganancias un 11 por ciento, hasta los 137 millones de euros en 2012.
Otro de los valores que se cuela entre los que entregan dividendos más rentables es el de Enagás, que tiene un sólido distintivo de compra por parte del consenso de mercado recogido por FactSet. La gasista entregará 1,09 euros en el conjunto del año, lo que a precios actuales supone una rentabilidad nada desdeñable del 7,12 por ciento. Similar a la de Mapfre (7,1 por ciento) o Acciona (6,46 por ciento).
Los depósitos no se achican
Todas esos rendimientos superan con creces lo que ofrece de media la Primera División de la Liga del Depósito, la clasificación que elabora elEconomista con la oferta comercial de la banca que presenta mayor cuota de mercado en el negocio bancario nacional, un 3,2 por ciento. Sin embargo, esta relación podría invertirse por varias razones.
La primera es que la rentabilidad por dividendo de la bolsa española todavía tiene que caer más, ya que el porcentaje actual no recoge la parte de los dividendos que las compañías remuneran con acciones. Y la segunda es que, al mismo tiempo, la retribución de los depósitos bancarios continuará con su particular remontada apoyados en las necesidades de liquidez del sector.
No hay que perder de vista que faltan dos meses para dar carpetazo al año, y a estas alturas del ejercicio la banca tiene muy en cuenta cuál es la mejor forma de cuadrar la liquidez que precisa para obtener la mejor fotografía posible de sus balances al finalizar el año. Con la incertidumbre que se cierne en torno al sector, después de que el Gobierno pidiera una línea de crédito a Europa de hasta 100.000 millones de euros para sanear sus balances, los depósitos se convierten en un recurso atractivo para captar el ahorro de los particulares.
Y más desde que la tercera reforma del Ejecutivo fulminó la penalización a los superdepósitos. Desde entonces, la banca no ha dejado de modificar al alza su oferta comercial, hasta el punto de que ya hay un buen número de entidades cuyas imposiciones a plazo fijo toca o supera el 4 por ciento - como Espirito Santo, Popular, CAM, Sabadell, ActivoBank, CatalunyaBank o Bankinter-.
La fuerza con la que renacen los depósitos deja víctimas a su paso, como son las letras. Atrás quedaron los meses de máxima tensión, cuando el peso de la desconfianza sobre España obligó al Tesoro Público a pagar más de un 5 por ciento por colocar letras a 12 y 18 meses en junio, dos puntos más de lo que rentaban los depósitos por entonces. Los otros damnificados son los pagarés, la alternativa de las entidades a los tradicionales plazos fijos.
El cierre de los mercados mayoristas y las limitaciones que impedían a la banca ofrecer elevadas remuneraciones mediante depósitos extendió su comercialización entre los inversores particulares a finales del año pasado. Y lejos de ser una moda pasajera, los pagarés, que presentan características distintas a las de un depósito, se fueron consolidando en los escaparates bancarios gracias a sus atractivas remuneraciones. Pero eso ya forma parte de la historia.
A diferencia de lo que sucedía meses atrás, pocas entidades se preocupan ya de reforzar más la comercialización de estos productos que la de los depósitos, uno de los vehículos estrella del sector para la captación de pasivo entre los minoristas.