Iberia Express se presenta hoy en la Audiencia Nacional con más comodines de los previstos en su partida por conseguir desactivar el laudo que emitió Jaime Montalvo el pasado 24 de mayo. En su extensa baraja de argumentos, la aerolínea dirigida por Luis Gallego alegará que en ningún momento formó parte del procedimiento de arbitraje, según explican fuentes que conocen el proceso jurídico a elEconomista.
Ni fue consultada, ni preguntada, ni mucho menos se le informó de un laudo que afecta directamente al corazón de su negocio, ya que obliga a que los nuevos pilotos y segundos que entren a formar parte de la aerolínea lo hagan a través del escalafón único de Iberia.
Iberia Express también alegará que el laudo introduce determinadas limitaciones y restricciones que son contrarias al ejercicio de las facultades constitucionales y legalmente reconocidas a Iberia Express, como puede ser el simple hecho del derecho que tiene cualquier ciudadano a crear una empresa.
Pero a toda esta batería se une un nuevo argumento inesperado y que llega después de que el pasado martes 17 de octubre la Audiencia Nacional ordenara repetir la vista para revisar el laudo de Iberia, un careo que había solicitado la propia compañía tras no estar de acuerdo con el arbitraje de Montalvo. En la sentencia, el juez señala textualmente que "Iberia Express resulta directamente afectada por la decisión que aquí se pueda adoptar". A partir de ese momento, la Audiencia Nacional dio cuatro días para que se ampliara la demanda incluyendo a Iberia Express.
Fuentes jurídicas consultadas por este periódico aseguran que la decisión de la Audiencia Nacional podría dar la vuelta a la complicada partida, ya que por la misma razón que obliga a repetir la vista (la ausencia de Iberia Express, un elemento protagonista en todo el proceso) también podría declarar el laudo nulo y mandar repetir el proceso incluyendo a la filial de bajo coste de la aerolínea con sede en el aeropuerto de Barajas.
La anulación o confirmación del laudo es estratégica en la partida que juega Iberia para discernir su futuro por dos razones. La primera de ellas es que, en función se la evolución del arbitraje, su plan de saneamiento podría tener un mayor o menor impacto en la masa laboral.
Al mismo tiempo, Iberia tiene decidido parar el programa de crecimiento de su filial de bajo coste hasta el 1 de enero de 2015, fecha en la que caduca el laudo, si las condiciones dictadas por el árbitro se mantienen tras el dictamen que debe dar la Audiencia Nacional. ¿De qué lado saldrán las cartas? Ya falta poco para que termine la partida.