Bolsa, mercados y cotizaciones

El distinto 'baile' de Bernanke y Draghi

En sus oídos resuena la crisis. No es una música agradable, pero es lo que les ha tocado escuchar en los últimos tiempos. Con pasos distintos, eso sí, porque la Reserva Federal estadounidense y el Banco Central Europeo no están siguiendo las mismas partitutas con sus políticas monetarias. Un compás distinto que, curiosamente, tiene lugar en la misma pista de baile: el mercado de deuda pública.

Ben Bernanke preside la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos; Mario Draghi gobierna el Banco Central Europeo (BCE), la institución que rige los destinos monetarios de la eurozona.

Sí, están a la cabeza de los dos principales bancos centrales del mundo. Y desde ese puesto de máxima responsabilidad se enfrentan a la mayor crisis económica que ha visto el mundo desde la Gran Depresión. Pero no lo hacen de igual modo. Oyen una música similar.

La melodía es parecida. Sin embargo, interpretan un baile monetario distinto, sobre todo en sus decisiones más heterodoxas, aquellas que se salen del ritmo habitual de subir o bajar los tipos de interés.

Esta disparidad se ha puesto de manifiesto con el nuevo programa de compras de deuda anunciado por el BCE, que responde al nombre de Operaciones Monetarias Directas (OMD) -en inglés, Outright Monetary Transactions (OMT)-.

Su presentación oficial ha iniciado el juego de buscar las diferencias con respecto a la política de la Fed. Es cierto que ambos están volcando ahora sus esfuerzos en comprar deuda en el mercado, ¿pero lo hacen del mismo modo? No. Difieren en su definición y en su ejecución.

Hacia el rescate

La primera diferencia reside en cómo ponen en marcha sus respectivos planes. Cuando la Fed ha activado sus dos rondas de estímulos cuantitativos -QE1 y QE2-, le ha bastado anunciarlo. Dicho y hecho. Sin más trámites ni exigencias. Y así volverá a ocurrir si, como contempla el mercado, Bernanke lanza un tercera ronda -QE3- el próximo jueves.

En cambio, Draghi ha confirmado que el OMD sólo comprará bonos después de que los países que quieran verse beneficiados por esas adquisiciones pidan el rescate y se sometan a la disciplina de los fondos de rescate -la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera (FEEF) y el Mecanismo de Estabilidad (Mede)-.

El matiz es clave, porque sin rescate no habrá compras, el OMD no entrará en vigor y crecerá el riesgo de volver a las tensiones de julio, cuando el rendimiento del bono español llegó hasta el 7,75 por ciento -ayer bajó al 5,76 por ciento-.

En definitiva, una burocracia que pondrá de nuevo a prueba la paciencia del mercado. "El principal escollo sigue siendo la necesidad de que los políticos acepten las condiciones requeridas por el banco central, sobre todo por la petición de que el Fondo Monetario Internacional (FMI) participe. Será crucial superar esta barrera política en los próximos meses", avisa Peter Hensman, estratega global de Newton, parte de BNY Mellon.

¡A las imprentas!

La segunda gran diferencia responde a una cuestión de imprentas. Mientras Bernanke sí crea dólares para realizar las compras de deuda en el mercado, Draghi no lo hace. ¿Cómo crea dinero Bernanke? Con sus compras pone más dinero en circulación; o dicho de otro modo, donde había papelitos -bonos- pasa a haber dólares -los dedicados por la Fed a comprar esos papelitos-, con lo que incrementa la cantidad de dinero que existe, una consecuencia con la que pretende reactivar la economía.

Por el contrario, Draghi también cambia bonos por euros, pero luego retira la misma cantidad de dinero que inyecta primero con esas compras.

Por tanto, lo que meta por un lado, lo quitará luego por otro, con el fin de evitar precisamente que haya más dinero y que éste se convierta en una fuente de inflación. Este proceso se conoce técnicamente como esterilización, y ya lo venía haciendo con su primer programa de compras de bonos -el SMP, en sus siglas en inglés-, lanzado en mayo de 2010 y que ahora ha pasado ya a mejor vida.

Se trata de una concesión a Alemania, que consiente, aunque las ve con malos ojos, las compras esterilizadas, pero que difícilmente toleraría unas compras que comportaran la impresión de dinero.

En opinión de muchos expertos, se trata de un enfoque erróneo. Azad Zangana, economista europeo de la gestora Schroders, califica este afán por esterilizar como "un gran defecto". A su juicio, haría mejor en seguir los pasos de la Fed. "La capacidad del BCE y de los gobiernos europeos para rescatar a España e Italia presenta serias carencias, y seguirá siendo así mientras el BCE y Alemania reconozcan que los estímulos cuantitativos al estilo de la Fed son la única herramienta efectiva", advierte.

Sin límites

Y aún hay más. Draghi ha ratificado que centrará su mira en la deuda a corto plazo; en concreto, comprará bonos con una vida de entre uno y tres años con el objetivo de reducir su rendimiento y generar así unas mejores condiciones financieras en esos países. Se olvidará de los títulos con una vida mayor, una omisión interesada, puesto que pretende que sean los países, con sus reformas y ajustes, los que se ganen la confianza de los inversores a más largo plazo.

Esta estrategia contrasta con la de la Fed, que en estos momentos incluso está vendiendo deuda a corto plazo para luego, con ese dinero, comprar deuda a largo plazo -una maniobra bautizada como Operación Twist, nombre heredado del baile que se puso de moda en los años 50 y 60-. Bernanke insiste en comprar deuda a largo plazo, cuya rentabilidad es clave para las hipotecas y otros productos financieros estadounidenses.

Además, mientras que la Fed suele poner coto a sus compras, ya que concreta la cantidad de dinero de los que consta cada QE, Draghi ha anunciado que el nuevo programa será ilimitado, con lo que no cuenta con un presupuesto establecido de antemano.

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