Redoblan los tambores. Crece la expectación. ¿Se atreverá hoy el BCE a dar un salto mortal, y lanzarse al rescate de España e Italia pese a las reticencias de la todopoderosa Alemania? ¿Apuntará el César Draghi hoy con su pulgar hacia arriba y salvará a Madrid y a Roma? ¿O hacia abajo y las condenará, abandonándolas a su suerte ante los rugidos de los leones y las hienas que merodean por la arena internacional de los mercados?
Desde el palco de los VIPs, el socialista François Hollande, presidente de Francia, y el conservador belga Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo -las reuniones de los jefes de Estado o de Gobierno de los 27 países de la UE y los 17 de la zona euro-, reclamaron ayer que el italiano Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE) levante hoy su pulgar. Van Rompuy además elogió las reformas emprendidas por los Gobiernos de España e Italia.
En la víspera, el conservador portugués José Manuel Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, también había terciado en el debate a favor de que el BCE intervenga para reflotar a España e Italia. Pero a diferencia de Van Rompuy, Barroso acusó a los Ejecutivos de ambos países al borde de la quiebra de políticas presupuestarias irresponsables y de fingir, al menos en el caso ibérico, para ocultar el estado calamitoso del sistema bancario nacional.
Según el comunicado de prensa que el Palacio del Elíseo, residencia del jefe del Estado galo, emitió al término de la reunión que ayer mantuvieron en París Van Rompuy y Hollande, este último insistió al primero en "la necesidad de poner en marcha rápidamente el pacto de crecimiento", un acuerdo sin apenas recursos pactado por los líderes europeos antes del verano para intentar relanzar la actividad económica del Viejo continente.
Hollande también recordó que la cumbre celebrada en junio en Bruselas por los jefes europeos de Estado o de Gobierno abrió la puerta a la posibilidad de que el BCE intervenga en los mercados para estabilizarlos y defender la moneda única europea. Y se mostró una vez más partidario de profundizar la unión económica y monetaria en Eurolandia.
Hollande mostró igualmente su deseo de que las decisiones de la próxima cumbre europea, que está prevista en Bruselas los próximos días 18 y 19 de octubre, aporten soluciones duraderas para superar las dificultades a las que actualmente se enfrenta el conjunto de la zona euro.
Van Rompuy se entrevistó ayer con Hollande un día después de haberse reunido en Berlín con la conservadora Angela Merkel, canciller de Alemania y de largo la dirigente más influyente del club comunitario. Hollande, por su parte, se había desplazado el día anterior a Roma para encontrarse con el tecnócrata Mario Monti, jefe provisional del Gobierno italiano y antiguo comisario europeo.
Discurso en Bruselas
Ayer por la mañana, antes de desplazarse a París, Van Rompuy pronunció un discurso en Bruselas en el que elogió las reformas económicas emprendidas en países como España e Italia. Y en el que apoyó "plenamente" la intervención del BCE; al tiempo que dijo considerar injustificadas las elevadas primas de riesgo que encarecen la financiación de los países atribulados de la eurozona.
"España y Portugal han flexibilizado sus mercados laborales. Grecia ha liberalizado 150 profesiones que estaban cerradas. Italia adoptó un conjunto impresionante de reformas estructurales. En Irlanda, los costes laborales han bajado de forma sustancial y el país ha vuelto en parte a los mercados", subrayó Van Rompuy. En su opinión, tanto el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, con quien se reunió en Madrid la semana pasada, como sus homólogos italiano y griego "están decididos a dirigir a sus países hacia aguas más seguras". Pero advirtió que los ajustes son "difíciles" y "necesitan tiempo para dar resultados".