WASHINGTON (Thomson Financial) - Por P. Parameswaran
El gobierno estadounidense, que acaba de retirar a China de la lista de los peores violadores de los derechos humanos, ha quedado en una situación delicada tras la mortífera represión a las manifestaciones en Tíbet.
La represión en Tíbet ha creado 'una situación muy embarazosa para (el presidente George W.) Bush, pocos días después de la decision del Departamento de Estado de retirar a China de la lista de los peores violadores de los derechos humanos', subrayó T. Kumar, director de Amnistía Internacional para Asia y el Pacífico.
Organizaciones de defensa de los derechos humanos y legisladores norteamericanos fueron sorprendidos por la decisión de Estados Unidos de eliminar a China de esta lista negra, y denuncian una degradación de la situación de los derechos humanos en el país asiático en momentos en que Pekín se dispone a albergar en agosto los Juegos Olímpicos.
Este informe, hecho público hace algunos días, comprende una sección de 63 páginas sobre China, en la que se describe la violencia infligida a los prisioneros, las ejecuciones sin las garantías del debido proceso y una represión religiosa, además de casos de torturas y desplazamientos forzados.
Pero 'la política estadounidense no refleja ni de lejos la gravedad de los abusos que son relatados en este reporte', lamentó Kumar.
Expertos como John Tkacik, hacen notar que Estados Unidos da prioridad a cuestiones diferentes de los derechos humanos en sus relaciones con China, que es unos de los grandes socios económicos y diplomáticos de Estados Unidos.
'La administración Bush ha sido muy, muy prudente sobre la cuestión de los derechos humanos en China', comentó Tkacik, ex especialista del Departamento de Estado sobre el país asiático, quien estima que la cuestión nuclear norcoreana ha pesado sobre la política de Washington en Asia.
'Si la única prioridad de uno son las armas nucleares norcoreanas, uno está dispuesto a ceder ante China con relación a otros temas y, desgraciadamente, es lo que ha pasado aquí', añadió.
El viernes -cuando las tropas chinas se movilizaron para reprimir las grandes manifestaciones en Tíbet con un saldo que osciló, según las fuentes, entre diez y cien muertos- el gobierno Bush se limitó a exhortar a Pekín a la moderación.
'Exhortamos al gobierno chino a mostrar moderación ante estas manifestaciones y llamamos firmemente a todas las partes a no recurrir a la violencia', declaró la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, en un comunicado publicado el sábado.
'Llamamos a China a respetar el derecho fundamental y universalmente respetado de todos los ciudadanos de expresar pacíficamente sus puntos de vista políticos y religiosos', subrayó Rice.
En octubre, Bush había desencadenado la ira de Pekín al convertirse en el primer presidente de Estados Unidos que recibe públicamente al Dalai Lama, el jefe espiritual y temporal de los budistas tibetanos.
La situación en Tíbet puede evolucionar en forma más delicada para el gobierno estadounidense si el saldo de la represión se agrava, cuando Bush se ha comprometido a ir a Pekín para los Juegos Olímpicos.
La mayoría demócrata en el Congreso, por su parte, ha comenzado a elevar la voz contra la actitud de China con relación a Tíbet: 'La violenta represión de la policía china a manifestantes pacíficos en Tíbet es escandalosa', declaró la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
El legislador Frank Wolf, fervoroso defensor de los derechos humanos, exigió a Bush que no vaya a Pekín, comparando los Juegos Olímpicos de 2008 con los de Berlín en 1936, que contaron con la presencia del presidente Franklin D. Roosevelt cuando Adolf Hitler estaba en el poder en Alemania.
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afp/rt
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