Pese a no haber concretado medida alguna, las palabras del presidente del Banco Central Europeo (BCE) provocaron un terremoto cuyos temblores se han dejado sentir en los mercados financieros y la renta fija no permaneció impasible.
Un claro ejemplo de ello se vió reflejado en la curva de tipos de interés española, que muestra la relación existente entre las rentabilidades correspondientes que el mercado exige a los títulos de deuda del Estado a cada plazo de vencimiento. En la sesión de ayer registró un aumento de su inclinación, como consecuencia de que este miércoles la rentabilidad de los bonos a menor vencimiento cayó en mayor proporción que la de la deuda a más largo plazo, hasta el punto de que la diferencia entre la rentabilidad entre los títulos a 2 y 10 años se amplió en 30 puntos básicos.
Todo ello, motivado por la acción conjunta por un lado del rendimienro de la deuda a un bienio que cayó 75 puntos del 6,43 hasta el 5,68%. Al mismo tiempo que la rentabilidad del bono a 10 años experimentó un descenso menor, de 45 puntos, desde el 7,38 hasta el 6,93%. Es más, en la sesión de ayer todos los tramos a vencimiento inferior a 15 años consiguieron terminar la jornada por debajo de la línea roja del 7% de interés.
A priori, que la curva de tipos se incline resulta positivo, al reflejar las expectativas del mercado sobre la inflación, el crecimiento y la renta variable. En un contexto de buen funcionamiento de la economía (en el que hay expansión económica, las bolsas suben y el consumo tira al alza de los precios) lo normal es que la gráfica se muestre más inclinada, ya que cuanto más larga sea la vida del activo que se compra mayor es el riesgo que se asume. Esto se debe a la posible pérdida de poder adquisitivo del capital invertido en caso de que aumente la inflación y porque el coste de oportunidad de invertir en renta fija en vez de en renta variable, si se prevén subidas de las bolsas, es mayor y por tanto se exigirán rentabilidades más elevadas cuanto más largo sea el vencimiento del activo.
Por esta regla de tres, cuando las expectativas económicas de los agentes son negativas la curva presenta una forma más aplanada al igualarse los intereses a largo y a corto plazo, es decir se queda invertida. Ya que si se espera que la renta variable y la inflación desciendan (síntomas de una recesión) al inversor le resulta más atractivo cubrirse comprando deuda a largo plazo.