"Estamos solos". Es la confesión de un economista español. Pero es la sensación general que, poco a poco, se va abriendo paso en todos los foros económicos y financieros. España, la cuarta mayor potencia de la eurozona y uno de los países fundadores del euro, cada vez está más desasistida. Ni sus socios europeos ni el Banco Central Europeo (BCE) detienen la asfixia.
Es más, da la sensación de que ni siquiera lo intentan. Y el mercado, que percibe ese aislamiento, también va camino de abandonar a la deuda española. Se está cerrando progresivamente, incrementando así el riesgo de que el Tesoro Público no pueda afrontar los vencimientos de deuda del último trimestre de 2012.
Desterrar esta amenaza, luchar contra esa soledad, es el principal cometido con el que el ministro de Economía, Luis de Guindos, viaja hoy a Alemania para reunirse con el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble. La cita es clave, porque a España se le acaba el tiempo. Con el bono a 10 años cerca del 7,5% y la prima de riesgo en los 632 puntos básicos, De Guindos, que ayer y pese a todo insistió en que España no tendrá que pedir un rescate total, intentará que su homólogo alemán libere de sus ataduras al Banco Central Europeo (BCE) y le permita retomar las compras de bonos en el mercado.
Puede que esas adquisiciones no sean una poción mágica que cure todos problemas de España, pero el Gobierno es consciente de que no es lo mismo aplicar un programa de ajustes y reformas con la prima en los niveles actuales, que hacerlo con ese diferencial entre la deuda española y alemana en los 300 puntos. Y una relajación así, una corrección de esa magnitud, que es la que necesita España, solo puede conseguirla el BCE.
El problema es que la entidad presidida por Mario Draghi no está por la labor. Ni ahora ni en los últimos meses, ya que ayer confirmó que durante la última semana tampoco compró deuda, y ya lleva 19 semanas seguidas sin hacerlo. Es decir, desde mediados de marzo. Y si no lo hace se debe, básicamente, a que Alemania se opone. Para mutar esta posición, para convencer a Schauble de que dé permiso a sus emisarios en el BCE, Jens Weidmann y Jörg Asmussen, para que dejen de vetar esas adquisiciones, pisará Luis de Guindos suelo alemán.
En juego, por tanto, está evitar un colapso financiero inminente. Porque este peligro es real. Los analistas son unánimes: si perservera la presión sobre los bonos españoles y el Tesoro pierde su acceso al mercado -es decir, deja de poder financiarse-, España no podrá afrontar el masivo vencimiento de deuda que le espera en octubre, próximo a los 28.000 millones de euros. Estas apreturas serán aún mayores si, además, el Tesoro tiene que canalizar dinero hacia las Comunidades Autónomas que soliciten la ayuda del fondo de liquidez especial creado por el Ejecutivo central.
Del préstamo temporal...
Sin embargo, y pese a la urgencia de la situación, no da la sensación de que el ministro de Finanzas germano -y por extensión el BCE- esté dispuesto a modificar su postura con respecto a las compras de deuda. Y eso que Schäuble ve con mejores ojos a España tras la reciente entrevista que, precisamente, Luis de Guindos concedió al periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung, en la cual reconocía que la economía española intentará seguir el ejemplo alemán y basar su actividad en las exportaciones a través de un "nuevo modelo de crecimiento".
Pero es que Alemania no se fía de España. A su juicio, las autoridades españolas dilapidaron el respiro que la institución monetaria les concedió cuando adquirió bonos españoles en la segunda mitad de 2011 y en el arranque de 2012. De ahí que la posición germana sea más partidaria de que España pida el rescate total. Así lo dejó entrever ya el presidente del Banco Central de Alemania (Bundesbank), Jens Weidmann, cuando hace dos semanas aconsejó a España "pedir el rescate total como país", y no solo el rescate parcial, confinado a la banca, como ha ocurrido hasta ahora.
Pero es cierto que España no es Grecia, Irlanda o Portugal. En 2011, la economía española generó una riqueza (medida por el Producto Interior Bruto o PIB) de 1,07 billones de euros, casi el doble que el volumen acumulado por esos tres países, que en total sumaron 544.000 millones de euros. Y eso, lógicamente, encarece el rescate total hasta hacerlo prácticamente inabordable.
De ahí que fuentes cercanas al Gobierno admitan que se están estudiando otras alternativas. Como, por ejemplo, la negociación de un rescate total blando. Esto es, que Europa conceda a España una línea de crédito temporal con la que pueda afrontar el vencimiento de su deuda -e incluso la asistencia financiera de las Comunidades Autónomas- durante 2012.
Esta opción se basa en una premisa de sobra conocida en la eurozona, consistente en comprar tiempo. Ese dinero serviría para apagar los temores actuales, a la espera de que los acuerdos alcanzados en la cumbre de junio, como la puesta en marcha de un supervisor bancario único, se pongan en marcha y de que el Mecanismo de Estabilidad (Mede) se encuentre ya en funcionamiento y disponga de recursos e instrumentos financieros para buscar soluciones más largoplacistas.
...a los órdagos finales
¿Y si De Guindos no convence a Schäuble para que el BCE compre deuda o la negociación de esa línea de crédito no se cristaliza en un acuerdo? En ese caso, esas mismas fuentes confiesan que habrá que estudiar medidas más contundentes. La primera, incurrir en el impago (default). Es decir, que España reconozca que no tiene dinero para afrontar el pago de su deuda en octubre y anuncie una quita, con las pérdidas correspondientes para los inversores.
Esta alternativa es tan extrema y supone una ruptura tan considerable con la estrategia que ha seguido Europa durante esta crisis soberana, que esas mismas fuentes confiesan que no es la opción más probable. Pero, precisamente por la gravedad que revestiría esa decisión, el Gobierno puede jugar esa baza como herramienta de presión. Pero es que, además, el mercado no la descarta, de ahí que los inversores se estén protegiendo con la compra de seguros para cubrirse de ese posible impago (CDS). Ayer, el CDS español marcó un nuevo récord en los 633 puntos básicos.
Aunque si España quiere lanzar un órdago, nada como amenazar con salirse del euro. Doble -ayuda- o nada -adiós al euro-. Sería el principio del fin de la moneda única. "Si España abandonara el proyecto de la Unión Económica y Monetaria (UEM), el euro se rompería en mil pedazos. Porque Portugal y otros países no querrían seguir en un euro así y quedarse sin poder devaluar y aplicar sus propias medidas", reconocen esas mismas fuentes.