MOSCU (Reuters) - En la Rusia de Vladimir Putin no hay división entre política y negocios, y cuando esta semana reciba a los ocho líderes del G8 para su cumbre anual estará representando dos papeles: el de presidente de Rusia y el de consejero delegado de la empresa Rusia.
La crisis del gas en enero, en la que el monopolio de gas ruso Gazprom recortó las exportaciones a Ucrania, sorprendió a los europeos que sufrieron los primeras interrupciones en el suministro de gas siberiano en 40 años.
"En sus primeros años Rusia era económica y financieramente dependiente de Occidente", dijo Rahr, un biógrafo de Putin. "Hoy, 15 años después, la post-soviética Rusia está estirando sus músculos e intentando invertir esa relación de dependencia".
Ha abolido los controles al capital en su búsqueda de hacer del rublo una moneda convertible de primera clase.
Con Gazprom y Rosneft, Putin será capaz de impulsar dos empresas energéticas de categoría mundial. Pero, dicen los expertos, aprovechar su estatus de uno de los grandes en gas y petróleo para influir a nivel global será difícil.
DIVISION EN EL G8
Europa ha optado por una estrategia intermedia de buscar alternativas energéticas mientras intenta atraer a Rusia a la Carta de Energía Internacional - un libro de normas que exige acceso abierto a los oleoductos y campos de energía.
El Kremlin defiende intensamente su posición, y no ve motivos por los que Rusia deba entregar el control de sus recursos energéticos e infraestructuras por deseo de Occidente.